ay un hilo conductor entre eventos que han ocurrido en el ámbito mundial recientemente: la bribonería como principio ético. En una definición amplia el término se aplica a la persona que es des-preciable porque actúa con maldad y bajeza, normalmente por robar o estafar. En este artículo lo utilizo como quienes roban la confianza pública.
Recapitulemos algunos hechos.
Estados Unidos. Sobre Trump se ha dicho tanto pero nadie mejor que el escritor fantasma del libro que aparece bajo el nombre de este personaje, Tony Schwartz, para pintarlo de cuerpo entero: Más que cualquiera otra persona que he conocido Trump tiene la habilidad de convencerse de que cualquier cosa que diga en cualquier momento es verdadera, o más o menos verdadera o al menos debería ser verdadera
. Y cuando en el primer debate Hillary conjetura sobre las razones por las que Trump no entrega sus declaraciones fiscales y dice que no las enseña porque no ha pagado impuestos, el bribón le contesta: Eso me hace un listo.
Colombia. El no como resultado obedece según analistas, medios y periodistas colombianos o expertos en temas colombianos a un conjunto de razones. Algunas tienen que ver con temas de coyuntura pero quizás las de mayor envergadura se relacionan con que en algunos sectores de la población urbana colombiana el resentimiento contra las FARC es grande. Pero en las regiones que más sufrieron violencia se alcanzó para el sí más de 70 por ciento de los votantes, según relata en este diario Laura Restrepo. Mientras se daban estos gestos de grandeza el encargado de la campaña del no, el ex senador Vélez, dijo al diario económico La República: “estábamos buscando que la gente saliera a votar berraca (enojada)… Unos estrategas de Panamá y Brasil nos dijeron que la estrategia era dejar de explicar los acuerdos para centrar el mensaje en la indignación”, agregó. Explicó además que el discurso se adaptó al nivel socioeconómico al que se dirigía. En emisoras de estratos medios y altos nos basamos en la no impunidad, la elegibilidad (de los ex guerrilleros en cargos políticos) y la reforma tributaria, mientras en las emisoras de estratos bajos nos enfocamos en subsidios
.
Europa. En otro lugar del mundo, en Hungría un gobierno protofascista –y lo digo sin hipérbole– convocaba a un refe- rendo vinculante para rechazar la política migratoria de la Unión Europea. No alcanzó 50 por ciento de participación electoral, pero 40 por ciento de electores que sí votaron lo hicieron en más de 98 por ciento a favor de rechazar la política migratoria de la UE. Y desde luego ahí están los sorprendentes resultados del Brexit... Quién puede olvidar que Boris Johnson, el actual canciller, utilizó como sus dos mayores argumentos para proponer la salida de Gran Bretaña que la Unión Europea había prohibido a niños menores de ocho años inflar sus globos o que había prohibido reciclar las bolsitas de té.
Más allá de la reprobación moral, estos eventos nos dicen que mientras las élites políticas y económicas no se sometan a las leyes que frecuentemente impulsan, apoyan o aprueban, no habrá estado de derecho. Mientras no se combata de frente a los bribones éstos seguirán envenenado el ambiente público.
Hace algunos años Martin Scorsese comentó sobre su película Departed: Me gustó el juego sicológico de los personajes enfrentados a un ciclo en el que se suceden hasta el infinito confianza y traición, confianza y traición. Este mecanismo perverso de la confianza continuamente defraudada crea un mundo de absoluta ambigüedad moral, una especie de zona cero de la ética
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He dejado para otro artículo comentar sobre la coyuntura actual en España, Brasil y México. En los tres casos por distintas razones pero emparentadas y en contextos diferentes pero con rasgos en común, la exigencia ética es el centro de la construcción de una alternativa progresista.
Luis González de Alba y Roberto Escudero. ¡Qué enorme tristeza!
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