l Foro Internacional de Música Nueva Manuel Enríquez cumple 38 años en este 2016. En él han participado toda clase y variedad de ensambles mexicanos. Faltaba, incomprensiblemente, la Orquesta Filarmónica de la UNAM (Ofunam). Ocurrió, finalmente, el pasado fin de semana. Y sucedió en buena hora y de buena manera. El conjunto universitario, renovado en su personal y también en su actitud y rendimiento, fue hábilmente dirigido por Iván López Reynoso en un programa dedicado a la música mexicana y el centenario del argentino Alberto Ginastera.
Águila real, de Leonardo Coral, es una obra austera y sobria, realizada a través de una orquestación de mucho oficio y con atención a la buena amalgama de timbres, destacando en ella un episodio ricamente coloreado por la celesta. Mérito añadido de Coral, el haber evitado la tentación de la fanfarria y el mexicanismo, dado el motivo generador de la partitura, el bicentenario independentista del año 2010.
La obra concertante del programa fue protagonizada por el violinista Michael Barenboim, quien hizo una ejecución muy lúcida y cuidada del formidable (y muy complejo) Concierto para violín de Alberto Ginastera. En la cadenza inicial de la obra, Barenboim propuso una lectura menos ruda y áspera que la de otras versiones (grabadas) que he escuchado y, a la vez, muy clara y bien articulada. Claridad y articulación se mantuvieron bajo control en sus sensibles manos a lo largo de toda la obra, realizando una ejecución más a favor de la partitura que de la exhibición técnica o expresiva. Muy bien logrado, por ejemplo (por todos los involucrados) el episodio a modo de campanología que cierra el hipnótico segundo movimiento. En el tercero, lució la clara diferenciación de los dos estados de ánimo diversos que animan la pieza. En lo general, una versión muy satisfactoria de esta obra exigente y arriesgada del Ginastera maduro.
Siguió después una interpretación compacta y bien hilvanada de la atractiva Sinfonía en un movimiento de Carlos Jiménez Mabarak, también centenario, en la que director y orquesta se mantuvieron apegados a los rigores de una partitura en la que el compositor había dejado de lado los gestos localistas.
Iván López Reynoso y la Ofunam abordaron entonces la obra Némesis, de Ana Paola Santillán. Se trata de una partitura poderosa, expresiva, de intensidades diversas y bien calibradas, con una orquestación sólida y a la vez arriesgada, que en lo general dejó la impresión de una concepción sonora arraigada en un cimiento dramático muy bien asumido. Entre las virtudes sonoras de Némesis cabe destacar, por ejemplo, la presencia de un par de fugaces momentos en los que la compositora utiliza con singular eficacia como parte de su arsenal sonoro las voces de los miembros de la orquesta. Una obra que valdrá la pena escuchar pronto de nuevo.
Para concluir, una fogosa lectura de la suite del ballet Estancia de Ginastera, que si en numerosas ejecuciones rutinarias pierde parte de su atractivo, en ésta brilló con enjundia y potencia gracias a la atención puesta por López Reynoso al perfilado de los detalles, a la buena respuesta de la orquesta en colaborar con su batuta, y a la potencia aplicada sobre todo en los movimientos externos de la suite. La sólida, conocedora y comprometida dirección de Iván López Reynoso desmiente a quienes afirman que en México no hay relevo generacional de directores de orquesta. Claro que lo hay, y a su nombre sería necesario añadir los de Christian Gohmer, Rodrigo Macías y algunos otros. Más que bienvenida, pues, la Ofunam al Foro Internacional de Música Nueva; que sea para muchos años.
Por otra parte, es preciso mencionar que la asistencia fue parca, lo que confirma en buena medida el perfil mayormente conservador y reacio del público de la orquesta universitaria, cosa que es una flagrante contradicción de términos. Y… ¿de quién es la brillante idea, que está cundiendo por doquier en nuestras salas de conciertos, de permitir la entrada a numerosos y muy escandalosos infantes de brazos? Las respuestas que sobre el tema he recibido en otros momentos y lugares rayan en la más chabacana demagogia. ¿Alguien tiene una respuesta mínimamente coherente?