Oslo.

El presidente colombiano, Juan Manuel Santos, fue galardonado con el premio Nobel de la Paz por su esfuerzo para acabar con la guerra civil en su país, una condecoración que pretende impulsar el proceso de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), a pesar de haber ganado el no en el plebiscito del pasado domingo, pero que dejó a la población con una opinión dividida.

Agradezco infinitamente y de todo corazón esta honrosa distinción. La recibo no en nombre mío, sino de todos los colombianos, en especial de los millones de víctimas que ha dejado este conflicto (unos 220 mil muertos, 6.9 millones de desplazados y 45 mil desaparecidos), afirmó Santos en su primera declaración difundida por televisión desde la presidencial Casa de Nariño tras el anuncio hecho en Oslo.

El premio también debe considerarse un homenaje al pueblo colombiano, que a pesar de grandes adversidades y abusos no abandonó la esperanza de un acuerdo de paz justo, y a todas las partes que contribuyeron a este proceso, señaló la presidenta del Comité Noruego del Nobel en Oslo, Kaci Kullman Five.

Si bien el proceso de paz colombiano era uno de los favoritos para recibir el Nobel este año, las expectativas se habían enfriado después de que en el plebiscito del domingo 50.21 por ciento de los votantes rechazaron el acuerdo alcanzado en La Habana entre el gobierno colombiano y las FARC tras cuatro años de negociaciones, contra un estrecho margen de 49.78 por ciento de sufragantes que se pronunciaron en favor del pacto.

Aun así, el Comité del Nobel optó finalmente por reconocer el acuerdo para alentar a todos aquellos que están luchando para conseguir la paz, la reconciliación y la justicia en Colombia.

El presidente ha dicho que va a seguir trabajando en aras de la paz hasta su último día de su mandato. Esperamos que el premio le dé más fortaleza y que en los próximos años el pueblo colombiano vea los frutos de ese proceso, expresó Kullman Five.

Santos, quien se enteró de la noticia cuando su hijo Martín lo despertó de madrugada, aseguró que será un gran estímulo para continuar la construcción de la paz en Colombia tras un conflicto de 52 años.

Tanto en su mensaje televisado como en la entrevista previa concedida al Comité Nobel, el presidente colombiano insistió en lo cerca que se está de conseguir la paz.

Gracias a Dios, la paz está cerca. La paz es posible. Es la hora de la paz. Juntos, como nación, lograremos construirla. Los invito a todos a que unamos nuestras fuerzas, mentes y corazones en este gran propósito nacional para que así todos ganemos el más importante premio: la paz de Colombia, resaltó en su mensaje.

El presidente extendió el premio a todas aquellas personas que tanto han contribuido a que estemos a punto de lograr esa paz tan anhelada, a los negociadores de ambas partes, y a tantas otras personas e instituciones que nos han apoyado en este proceso.

El principal detractor del acuerdo de paz firmado el 26 de septiembre, el ex presidente Álvaro Úribe, al que organizaciones de defensa de los derechos humanos vinculan a grupos paramilitares de ultraderecha, tras felicitar a Santos confió en que la entrega del premio conduzca a cambiar acuerdos dañinos para la democracia.

Desde Francia, la ex candidata presidencial colombiana Íngrid Betancourt, quien fue rehén de las FARC de 2002 a 2008, afirmó que la guerrilla merecía el Nobel de Paz al igual que Santos. Me es muy difícil decirlo, pero creo que sí, afirmó Betancourt, para quien el Nobel no sólo es merecido, sino que también invita a un momento de reflexión en Colombia, de esperanza, de paz, de la alegría de decirnos que, efectivamente, la paz no tiene marcha atrás.

La decisión del Comité Nobel sorprendió a muchos por haber premiado sólo a Santos y no al líder máximo líder de la guerrilla de las FARC, Rodrigo Londoño, mejor conocido como Timochenko, que figuraba junto con el mandatario como favorito para recibir el galardón.

El Comité Nobel manifestó que hubo importantes razones para poner el foco en el presidente, su papel como mandatario y como guardián del proceso es muy importante, especialmente en estos días en que hay riesgo de que el proceso se pare.

El fracaso del plebiscito obligó a Bogotá y a las FARC a reanudar sus negociaciones, a las que el Comité Nobel da un espaldarazo con el peso del galardón, que consiste en una medalla de oro, un diploma y un cheque de 8 millones de coronas suecas (equivalentes a 950 mil dólares) y que regresó a Latinoamérica desde que en 1992 lo ganó la guatemalteca activista por los derechos humanos Rigoberta Menchú.