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Codo a codo
P

oco conocidas y valoradas son la mayoría de las mujeres que se dedicaron al arte en la primera mitad del siglo XX. Casi nada se sabe, por ejemplo, que hubo muralistas. De varias de ellas nos enteramos por un ensayo de la investigadora Dina Comisarenco Mirkin. El trabajo aparece en Libros pintados, murales de la Ciudad de México, espléndida obra de Artes de México, esa añeja y prestigiada editorial que mantienen viva contra viento y marea Margarita de Orellana y Alberto Ruy Sánchez.

Es el segundo volumen sobre muralismo, esa expresión artística que marcó el México posrevolucionario y tuvo trascendencia internacional. Además de los interesantes ensayos muestra excelentes imágenes de las obras, brinda una breve biografía del autor y el sitio donde se encuentra el mural.

Bien pueden servir ambos libros de guía para conocer esa trascendente obra plástica, que manifiesta la visión nacionalista que surgió del movimiento revolucionario y que se expresó en diversos ámbitos de la vida social y cultural.

En su ensayo titulado Paredes olvidadas: el muralismo femenino (1930-1970) la autora habla de Aurora Reyes, María Izquierdo, Frida Kahlo, Fanny Rabel, Rina Lazo y las hermanas estadunidenses Grace y Marion Greenwood.

A lo largo del trabajo conocemos todos los problemas que enfrentaron las muralistas, en algunos casos insalvables. Un ejemplo es la gran obra que se le había encargado a María Izquierdo para realizar un mural en la escalera monumental del Palacio del Antiguo Ayuntamiento, entonces sede del Departamento Central. El tema que se acordó era la historia y el progreso de la Ciudad de México y las artes. María se abocó apasionadamente al proyecto y llevó a cabo innumerables bocetos. Ya lista para comenzar los trabajos, a lo largo de tres meses le dieron pretextos para su ejecución y finalmente cancelaron el proyecto. Los bocetos que sobreviven nos hablan de una obra magnífica, tanto en la temática como en la calidad artística. Se dice que Siqueiros y Rivera intrigaron contra ella, aduciendo que era una obra demasiado ambiciosa para una mujer.

El ensayo de la doctora Comisarenco nos dejó picados con el tema y nos enteramos que coordinó un libro titulado Codo a codo: parejas de artistas en México, que publica la Universidad Iberoamericana.

El volumen reúne ensayos interpretativos de distintos autores sobre 20 parejas de artistas del siglo XX y los albores del XXI. La mayoría son pintores, pero también se incluyen fotógrafos, escritores y artesanos. Muchos incursionaron con éxito en otros campos, como el cine, teatro, diseño gráfico, textiles y mundos como el de las máscaras y los títeres.

La mayor parte de los autores realizaron una exhaustiva investigación y análisis, que nos permiten advertir los distintos roles que la convivencia amorosa y artística puede desempeñar en la creatividad de las parejas que se dedican al arte.

Los enfoques son variados, ya que no puede dejar de aparecer la formación académica, los intereses, ideas y vivencias personales sobre el amor y la creatividad de los investigadores.

Independientemente de la perspectiva de cada autor, es fascinante acercarnos a la intimidad de esas parejas míticas y conocer cómo se manifiesta en la creatividad. Algunas de ellas: Tamayo y María Izquierdo; Nahui Ollin y el Dr. Atl; Diego y Frida; Lola y Manuel Álvarez Bravo; Olga Costa y José Chávez Morado; Elena Garro y Octavio Paz.

En recuerdo de la pulquería La Rosita, donde Frida Khalo y sus discípulos de La Esmeralda, conocidos como Los Fridos, pintaron varios murales, vamos al restaurante sin nombre. Está en Luis Moya 31 en un pequeño espacio; hace poco lo mencionamos por sus exquisitas creaciones, preparadas con ingredientes de mercado y campo. Ahora tiene la novedad de que ofrece un delicioso pulque, que le surten unos jóvenes que reviven con gran calidad esa bebida ancestral. Es un maravilloso acompañamiento del caldo de nopal con setas, los tuétanos horneados y el pulpo en morita.