Peso: no levanta
Erario famélico
¿Quién cierra?
asó el debate
de los candidatos estadunidenses, el efecto
Donald Trump día a día se desvanece y no se cumplieron las demás amenazas
que –versión del gobierno peñanietista– justificaban
la veloz caída del peso frente al dólar. Todo falló, pero el tipo de cambio permanece muy cerca de los 20 por uno y desde ya se augura que para 2017 estará muy por arriba de esa cota.
¿Qué pasa? Como bien advierte el consorcio Consultores Internacionales, “el efecto de un dólar más caro no sólo es financiero, donde afecta directamente a las empresas que tienen deuda en dólares y en el propio servicio de la deuda pública externa, sino que también se traslada el sector real. Se dice que un dólar más caro es un subsidio a los exportadores –porque reciben más pesos por sus ventas al exterior– y un impuesto a los importadores –porque necesitan más pesos en cada compra del exterior–, por lo que los efectos se compensan en términos de balance externo”.
La debilidad económica tiene su peso específico en la depreciación de nuestra divisa, y muestra de ello es la tendencia altamente deficitaria
que se registra, algo que se puede percibir en la cuenta corriente que pasó de 1.4 por ciento del PIB en 2014, a 2.8 por ciento en 2015, y estimándose que para 2016 cerremos con déficit de 33 mil 202 millones de dólares, que sería equivalente a 3.2 por ciento del producto interno bruto. Tema importante es el alto contenido importado de las manufacturas, en especial las que se exportan; somos una economía que exporta importaciones, por lo que un dólar caro repercute no sólo en el precio de los insumos productivos, sino finalmente (tarde o temprano) en los precios de los bienes finales y por ende en la inflación
.
Además de los factores externos, las razones para este fenómeno son económicas y políticas. Entre las económicas se encuentran la debilidad de las finanzas públicas mexicanas por la dependencia de la venta de petróleo, tanto por la caída en los precios internacionales de exportación como por la reducción en la plataforma de producción. Asimismo, está el incremento de la deuda pública que pasó de 31.7 por ciento del producto interno bruto en 2010 a un estimado de 48.5 por ciento en 2016, y el bajo coeficiente de ingresos tributarios a PIB que no supera el 10 por ciento, factores que en conjunto condicionan el desempeño de la política fiscal.
En su más reciente análisis (La estabilidad es primero), del que se toman los siguientes pasajes, Consultores Internacionales subraya que “la esperada decisión del Banco de México de aumentar en 50 puntos base el objetivo para la tasa de interés interbancaria a un día a un nivel de 4.75 por ciento es reflejo de dos situaciones importantes: La primera es la aplicación de una respuesta decidida ante las condiciones de volatilidad que a nivel mundial se han generado y que han fortalecido al dólar como moneda de refugio frente a otras monedas –de manera destacada al peso– lo que conlleva efectos negativos para la economía nacional. La segunda es la preocupación por consolidar la relativa y ‘prendida de alfileres’ estabilidad macro, que se ha logrado a pesar de la incertidumbre y los embates del extranjero”.
La decisión del Banco de México es trascendente, porque representa una medida enfocada a preservar la estabilidad macroeconómica. Por un lado, la continua depreciación del peso frente al dólar arrastra consecuencias negativas para los mercados reales, en especial el de exportación; el creciente desequilibrio externo revelado por el deterioro de la cuenta corriente así lo demuestra. Una demanda externa que represente una fuente de crecimiento depende en gran medida de que se preserve la competitividad de la moneda, y el atractivo para las inversiones.
Por el otro, la estabilidad interna representada por una inflación que se ha situado durante varios meses por debajo del objetivo de 3 por ciento, situación que puede fácilmente revertirse ante la transmisión a los precios de la depreciación de la moneda por el alto contenido importado; por el incremento en costos de productos alimenticios y por el deterioro en la salud de las finanzas públicas, las cuales actualmente se encuentran debilitadas por la caída en los ingresos petroleros, el déficit fiscal y el creciente costo del servicio de la deuda, lo que ha llevado a la elevación de los precios de los combustibles y tarifas eléctricas, cuya incidencia en los precios es significativa. En este entorno la estabilidad interna está prendida de alfileres
.
El incremento en la tasa de referencia es indicativo del costo del dinero en la economía interna. Tasas más altas de interés en el sistema bancario y financiero encarecen las deudas y los créditos, a la vez que hacen más atractivo el ahorro, lo que lleva a desincentivar el consumo interno y la inversión, con su consecuente impacto en el crecimiento. Estas condiciones, dados los diferenciales entre tasas activas y pasivas, generan beneficios netos a los bancos que, si bien se capitalizan, se exacerba la percepción negativa que se tiene hacia los mismos.
La estabilidad macroeconómica interna y externa ha demostrado en la historia económica del país ser el fiel de la balanza entre un crecimiento robusto y una pérdida de bienestar. Las experiencias vividas durante los periodos de déficits gemelos (cuenta corriente negativa y alta inflación) así lo han demostrado, y si se agrega un alto déficit en finanzas públicas y una creciente deuda con alto costo, tenemos una auténtica bomba de tiempo en las manos.
Es importante estar al pendiente de acontecimientos tanto internos como externos, que puedan desestabilizar los fundamentales macroeconómicos. En especial, es necesario llevar un estrecho marcaje de la evolución de la campaña política, las elecciones en Estados Unidos y la decisión de la Reserva Federal en los próximos meses, pero también de las decisiones del Congreso mexicano sobre la Ley de Ingresos y el Presupuesto; no nos vayan a dar sorpresas desagradables.
Las rebanadas del pastel
Como parte del enorme plato de sopa de lengua que por estos días el poder político sirve en la mesa de los mexicanos, se asegura que la lista de acciones contundentes
contra gobernadores corruptos no se limita a las presuntamente emprendidas en contra de Javier Duarte (PRI) y Guillermo Padrés (PAN), sino que hay muchas más
. Bien, pero, como siempre, el problema es que si en realidad los van a enchiquerar, entonces ¿quién será el guapo que cierre la puerta por fuera?
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