dos meses de concluir la administración del priísta Carlos Lozano de la Torre, el proceso de entrega-recepción no se ha realizado al parejo en las dependencias estatales, y como ya es costumbre, todo quedará en un ruinoso cambio de colores y cuentas por aclarar.

El Instituto de Educación de Aguascalientes salió presto a señalar que como ha sido auditado con muchísima regularidad no tendrá problema en la entrega. Hasta ahí. La Secretaría de Finanzas notificó que una partida de 10 millones de pesos estará a disposición de las autoridades entrantes para la revisión del proceso, y como es de esperar, no escatimó en autoelogios ni en presumir la transparencia con que se ha manejado.

Ninguna de estas dos dependencias ha hecho más que repetir las palabras eficiencia, claridad, transparencia, finanzas sanas.

En el Congreso del estado, los legisladores aún no se ponen de acuerdo para entregar pendientes que, a pesar de ser numerosos, serían lo de menos para ellos al considerar que es tiempo de devolver los automóviles de lujo que les entregaron para apoyar sus funciones, que, sobra decir, no se vieron reflejadas en su periodo legislativo.

Todos los titulares de las entidades gubernamentales tienen algo que decir sobre su salida; por supuesto, algo bueno, a pesar de no tener nada claro y el tiempo encima.

Lo único que veremos de este lado no son finanzas claras, transparencia o cualquier otra abstracción que implique buen desempeño de los funcionarios. Observaremos cómo los edificios cambian de color rojo y rosa por azul o el que mejor convenga a sus intereses. Litros y litros de pintura que avisen de su llegada; nuevos uniformes, lemas, cambio de fotografías del gobernador saliente por el entrante, colores distintos en patrullas, anuncios espectaculares. Eso será para nosotros el proceso de entrega y recepción: una manita de gato que oculte el zarpazo a las arcas.

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