Sábado 22 de octubre de 2016, p. 18
Bruselas.
Las negociaciones sobre el acuerdo comercial entre la Unión Europea (UE) y Canadá fracasaron al no conseguir el visto bueno de la pequeña región belga de Valonia, abriendo otra crisis en un bloque europeo debilitado por el Brexit.
Al término de una reunión este viernes la ministra canadiense de Comercio, Chrystia Freeland, expresó: La Unión Europea es incapaz ahora de lograr un acuerdo internacional
y consideró imposible
llegar a un arreglo.
La Comisión Europea no dio por fracasado el tratado de libre comercio, aunque por el momento se hayan frenado las negociacioes. La región belga de Valonia necesita un poco de tiempo
, indicó su presidente, Paul Magnette, quien se mostró sorprendido
por la marcha de la delegación canadiense.
Tras siete años de negociaciones, la UE tenía prevista la firma del Acuerdo Económico y Comercial Global (CETA) en una cumbre el 27 de octubre en Bruselas, con la presencia del primer ministro canadiense, Justin Trudeau. El pacto, que crearía un espacio de libre comercio de unos 550 millones de habitantes, prevé un aumento de 20 por ciento del comercio total de bienes y servicios entre ambas partes.
Pero el Parlamento de Valonia, una región de unos 3.6 millones habitantes, con una industria perjudicada por los efectos de la globalización, lo rechazó, lo que impide al gobierno belga, dirigido por el liberal Charles Michel, dar su necesaria aprobación. La UE requiere el voto a favor de sus 28 países miembros para concretar el pacto.
En juego, derechos laborales
El CETA es visto como una prueba para un acuerdo más grande y más controvertido que está siendo negociado entre la UE y Estados Unidos: el Tratado Trasatlántico de Comercio e Inversiones (TTIP, por sus siglas en inglés).
Los defensores de ambos tratados alegan que impulsarían el crecimiento económico y crearían empleo. Bajo el acuerdo casi todos los productos, excepto algunos agrícolas, como la carne de vacuno o de cerdo, no pagarán derechos de aduana y las empresas europeas podrán acceder a las licitaciones públicas canadienses.
Sin embargo, los críticos denuncian que rebaja los estándares de derechos laborales y protección del medio ambiente que rigen en Europa. También denuncian la falta de transparencia de las negociaciones con Ottawa y temen que siente un precedente para el acuerdo que Bruselas negocia actualmente con Washington, mucho más ambicioso.