México, vulnerabilidad política
ólo vi el último debate presidencial en Estados Unidos. Donald Trump, deplorable: me recordó a un gringo borracho exigiendo a gritos una margarita en un bar de Cancún. La señora Hillary Clinton, muy sólida y serena. Imagen presidencial. En política y en beis nada acaba hasta que se acaba. Trump tiene menos posibilidades que un equipo que llega a la novena entrada con pizarra adversa 16 vs 2.
Gane quien gane México puede temer que en 2017, en una situación económica extremadamente vulnerable, se le llame a una nueva ronda de negociaciones del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). También estamos en una gran vulnerabilidad política. En la amarga realidad no sólo tenemos las desventajas del desequilibrio entre las dos naciones, sino además la pérdida de la legitimidad de nuestros representantes.
Enrique Peña Nieto y su equipo han cedido cuanto les han pedido y hoy su credibilidad está más baja que nunca. Desde la forma en que se manipularon los votos en 2012 y después en el desempeño cada vez peor del gobierno. Disuelto en el éter el momento mexicano
, la sucesión abrumadora de corrupción, represión, simulación, encubrimientos, denegación de justicia, ha llevado a la prensa internacional a reprobar una y otra vez el régimen y a destacar el descontento social creciente.
Como si fuera poco se sabe de la malquerencia de la Sra. Clinton hacia el PRI y del enfriamiento de la relación de Barack Obama y de ella con Peña Nieto por el vergonzoso incidente de la visita de Trump a México. Si nos llaman a renegociar estaremos muy mal representados.
La esperanza estaría en que el gobierno actual y sus homólogos estadunidenses del futuro próximo decidan esperar a que surja un representante más legítimo de México después de las elecciones de 2018. Si éstas son libres y justas habrá un mejor abogado de la causa mexicana, que pueda proponer la reorganización de nuestras inevitables y contradictorias relaciones. Un pacto de ventajas mutuas. A partir del reconocimiento basado en la difícil situación del país devastado por 18 años de gobiernos pésimos apoyados y manipulados por el gobierno de Washington. Los estadunidenses tienen que aceptar su responsabilidad: si lo hacen se establecería una base nueva de respeto entre las dos naciones.
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