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Hubo tanto drama en la producción como en la pantalla, afirma el cineasta estadunidense

Apple y BMW intentaron que no se filmara Snowden: Oliver Stone

La primera fue mencionada como colaboradora en uno de los programas clandestinos de vigilancia revelados por el activista, señala

La segunda rechazó el proyecto porque le pareció muy riesgoso, explica

El entretenimiento viene primero, pero no por eso se sacrifica la verdad

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Oliver Stone con los protagonistas de la cinta Shailene Woodley y Joseph Gordon-Levitt durante una premier en Alemania, en septiembre pasadoFoto Afp
The Independent
Periódico La Jornada
Martes 1º de noviembre de 2016, p. 9

Oliver Stone afirma que filmar Snowden fue más difícil que conjuntar sus películas sobre presidentes estadunidenses, Nixon, W y JFK. Señala que eso fue porque los estudios son controlados por grandes consorcios que recularon ante la perspectiva de hacer una cinta sobre el activista estadunidense actualmente en exilio en Rusia.

Hubo tanto drama en la producción del filme como en la pantalla, asegura el director, quien acaba de cumplir 70 años.

Entrevistado en el reciente Festival Fílmico de Zúrich, Suiza, se quejó de que los estudios se reunieron con él y se mostraron interesados, pero luego todo se echó a perder. “Sin embargo, no le avisan a uno que van a mandar el proyecto a alguien de allá arriba para aprobación; después los abogados de los consorcios les dicen ‘esto es demasiado, no queremos enredarnos porque tenemos una fusión en marcha con otra compañía y el gobierno de Estados Unidos y el Departamento de Justicia tienen que darle el visto bueno’”.

Menciona a BMW y Apple entre las empresas que intentaron evitar que Snowden se filmara. Nuestro productor alemán hace todas sus películas mediante acuerdos con BMW, pero rechazó el proyecto porque la empresa dijo que era muy riesgoso. En cuanto a Apple, cree que surgieron problemas porque fue mencionada como uno de los colaboradores en el programa PRISM, el cual es uno de los programas clandestinos de vigilancia revelados por Snowden que el gobierno estadunidense implantó para espiar a los proveedores de búsquedas en Internet.

CIA y Pentágono

También le preocupa la influencia que el gobierno estadunidense tiene sobre el negocio del cine. El gobierno influye en las películas, explica. Existe un estudio de que la CIA y el Pentágono han tenido un papel importante en la producción fílmica desde la década de 1990. Han colaborado en programas de televisión y no sólo con dinero; también dan consejos y eso es más que el patrocinio.

Desde luego, Stone, a quien se ha señalado de ser un teórico de la conspiración, no recibe esos consejos. Es un director que observa sucesos de la vida real, ya sea su propia experiencia como soldado de infantería en Vietnam, que usó en su filme Pelotón, de 1986, ganador del Óscar, o la vida de Jim Morrison para su cinta biográfica The Doors y los sucesos en Nueva York del 11 de septiembre de 2001 en World Trade Center. Con más frecuencia se le ha citado como simpatizante de izquierda. Sin embargo, sonríe con desdén al comentar: “Fueron los izquierdistas los que me criticaron cuando hice W, pues dicen que mostré a Bush con demasiada simpatía”.

Hay necesidad de equilibrar los hechos con drama. Es un sube y baja en el que Stone se sienta de los dos lados en su esfuerzo por obtener ese equilibrio, pero tiene que decidir. El entretenimiento viene primero, pero no por eso se sacrifica la verdad, que es importante y siempre mi objetivo es averiguar más. No pervertiría la verdad a sabiendas.

Menciona que Snowden tuvo numerosos supervisores durante el periodo de nueve años que abarca la cinta, pero todos se condensaron en un solo personaje.

Su primera impresión del activista, a quien conoció en una dacha privada en Rusia en 2014, es que “francamente, según la mayoría de estándares, es un boy scout. Es bastante convencional y limitado. Tuvo una sola mujer durante nueve años. No bebe, no fuma ni consume drogas. No tiene vicios aparte de sentarse frente a una computadora; uno podría llamarlo impedimento emocional. Es retraído y tímido, como muchas personas en ese mundo. Es amable y cortés. Tiene antecedentes sureños, pero le cuesta trabajo la expresión emocional. Padece epilepsia y en la película se puede argumentar que ese padecimiento es señal de su tensión interior. Algunos me han acusado de hacer de él un caballero blanco, pero ellos no conocen al verdadero Snowden”.

En un principio, dice, no tenía intención de hacer una cinta acerca de Snowden: Un cineasta no persigue la noticia, es una locura. Se necesitan dos años para hacer una película. Lo conocí y me impresionó mucho. Era desconfiado.

Al final Snowden comenzó a hablarle de su vida y lo ayudó con descripciones de los programas de computadora que usaba el gobierno, así como de las oficinas de Hawai. Al enterarse de los niveles de vigilancia, Stone tomó varias precauciones para que el libreto no se filtrara o llegara a las manos equivocadas. Lo escribió en una sola computadora que nunca se conectó a Internet. Cuando querían compartirlo, imprimían una copia, mezclaban las páginas en el piso, luego hacían cuatro montones y los enviaban a diferentes direcciones. Alguien las recogía, las compaginaba y las entregaba en mano.

Joseph Gordon-Levin interpreta a Snowden. No busqué estrellas para esta película, dice Stone. De inmediato acudí a Joseph. No lo conozco, pero pensé que tenía esa semejanza física y emocional, esa especie de reserva.

Shailene Woodley, quien ganó el papel escribiendo una carta al director, interpreta a Lindsay Mills, la novia de Snowden. Stone, quien claramente no es fanático de Divergente o Bajo la misma estrella, señala: Tampoco a ella la conocía. Es una especie de activista.

Dada su preocupación por la vigilancia del gobierno, le pregunto al director si teme que lo estén observando. Trato de mantenerme alerta y utilizar la ley de información para hacer solicitudes, y he contratado abogados, pero no he encontrado nada de cuidado hasta ahora, o bien me han mentido. Podría ser eso, pero no creo. Sería difícil ir tras un cineasta, porque les causaría una publicidad muy vergonzosa si persiguieran gente del espectáculo. Es como si persiguieran a Banksy o algo así.

© The Independent

Traducción: Jorge Anaya