Deshonrar la Belisario Domínguez
Senado asigna por cuotas
Manipulación en caso Rivas
Envenenado intento faccioso
esde el año recién pasado se ha venido degradando el valor de la Medalla de Honor Belisario Domínguez, que otorga el Senado de la República a los hombres y mujeres mexicanos que se hayan distinguido por su ciencia o su virtud en grado eminente, como servidores de nuestra Patria o de la Humanidad
.
Una primera aberración creciente, bien sabida, es que la asignación de ese reconocimiento se hace mediante cuotas, de tal manera que a cada una de las tres bancadas principales de la Cámara de Senadores (PRI, PAN y PRD) le corresponde decidir por turnos anuales el nombre del personaje seleccionado. Con disciplina de conjura, cada año se recaban los votos suficientes para dar curso a la distinción que uno de los partidos (al que le toque
) determinó.
Una premiación partidizada, como la que han acordado los jefes de los principales grupos senatoriales, necesariamente despoja al proceso de su intención virtuosa y puede confinarla al bajo mundo de la grilla y la desmesura, como se vio en la entrega de 2015 al empresario contaminador Alberto Bailleres y como pretende hacerse ahora en el caso del ciudadano Gonzalo Rivas Cámara (ya difunto). Al igual que ha venido sucediendo en años recientes en otros botines burocráticos y políticos, el abierto reparto bucanero de lo disponible se está realizando no por méritos o valía, sino por intereses politiqueros.
Los entretelones facciosos de dichas designaciones saltan a la vista en esta ocasión en que toca el turno de decidir a la fracción del PAN. Se ha impulsado, con significativa fuerza mediática, la propuesta de que se premie al ciudadano Rivas, quien murió en diciembre de 2011 en una gasolinera de la Autopista del Sol, cerca de Chilpancingo. El episodio funesto, aún impreciso, tuvo como contexto una manifestación de normalistas de Ayotzinapa que fue desalojada violentamente por policías, dejando un saldo de dos jóvenes muertos, Gabriel Echeverría y Alexis Herrera, y varios detenidos y torturados. La Comisión Nacional de los Derechos Humanos recabó un par de testimonios referentes a que, luego de un intento fallido de algunos normalistas de hacerse de gasolina en el lugar donde trabajaba Rivas, dos personas rociaron de combustible una de las bombas y le prendieron fuego. Rivas, con un extintor habría intentado sofocar el incendio y en ese proceso fue alcanzado por llamas y días después falleció.
Es posible que, como muchos otros mexicanos que han actuado virtuosamente en momentos críticos de los que sobran en nuestro país, el ciudadano Rivas mereciera una distinción como la Belisario Domínguez, aunque no existe aún la resolución jurídica de los acontecimientos, ni se ha identificado y detenido a los presuntos incendiarios originales ni se ha hecho justicia respecto de los dos estudiantes muertos. La viuda de Rivas, Rosalba Casimiro, dijo a Milenio el pasado 19 de octubre: Para mí fueron los estudiantes. Así es. Está en los videos de cómo se llevaron las cosas. Y las personas que estuvieron en ese momento a mí me aseguraron que fueron ellos los responsables de la muerte de mi esposo
(https://goo.gl/3dqvXP). Es decir, técnicamente no existe el fundamento de verdad sobre el cual se pretenda valorar y premiar una conducta todavía no demostrada en términos jurídicos, ni en cuanto al ciudadano Rivas ni en cuanto a los causantes del incendio que otros testimonios adjudican a los grupos de provocadores que suelen utilizar los cuerpos policiacos en esas acciones.
En un texto de necesaria consulta para entender el tema, el historiador Pedro Salmerón publicó en La Jornada (mencionando, además, señalamientos y consideraciones del doctor Arturo Miranda y los periodistas Témoris Grecko y Luis Hernández Navarro): Diversos testimonios señalan que los incen-diarios de la gasolinera fueron dos individuos vestidos de rojo que surgieron de atrás de las filas de la policía y que, luego de incendiar la estación de servicio, huyeron por el lado cubierto por la policía. También se añaden otros elementos a considerar: la terrible deflagración que en la versión de sus propagandistas evitó heroicamente Gonzalo Rivas, sencillamente nunca pudo haber ocurrido, por razones técnicas claramente explicadas por Grecko; y en el momento del incendio la gasolinera estaba en el sector controlado por la policía
. (https://goo.gl/h801Pv).
Luis Hernández Navarro, por su parte, escribió en La Jornada que “en su libro Los 43 normalistas que conmocionaron a México, el doctor Arturo Miranda Ramírez narra cómo se dieron los hechos. Quienes incendiaron la bomba de gasolina –dice el catedrático de la UAG–, fueron dos personas que no portaban el uniforme de la escuela, vestidos con camisas rojas, que salieron de entre los policías. Uno vació una garrafa de gasolina sobre una de las bombas y le prendió fuego. Ambos se dieron a la fuga no hacia donde estaban los alumnos, sino en dirección al río Huacapa, donde los policías les abrieron paso. Según Miranda Ramírez, antes de llegar a vivir en Chilpancingo, Rivas Cámara trabajó en actividades de inteligencia para la Marina en Veracruz, y en la capital de Guerrero combinaba sus labores en un periódico con su trabajo de responsable de vigilancia de la gasolinera, haciéndose cargo de las cámaras de video que allí había”.
Aun así, se ha desatado una campaña de medios y personajes que pretenden declarar héroe a Rivas Cámara con una precipitación que delata la intención de fondo: premiar sólo a una de las víctimas de la barbarie institucional que se vive en el país, para así cargar las culpas a una de las partes, la que confronta al poder. Se está así frente a un taimado intento de reconversión histórica que busca etiquetar negativamente a los movimientos sociales de protesta, en especial al relacionado con Ayotzinapa. A ese paso, la Belisario Domínguez, establecida para honrar la oposición al poder tirano y asesino, podría terminar siendo entregada en futuras ocasiones para beneficio político de los intereses del pensamiento, el periodismo
y la acción sucedáneas de Victoriano Huerta. ¡Hasta mañana!
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