rancisco hizo algunos guiños a los herederos de Martín Lutero, pero no reivindicó al personaje que resquebrajó el predominio de la Iglesia católica romana. En la ceremonia que tuvo lugar la semana pasada en la catedral luterana de Lund, en Suecia, el Papa tuvo expresiones diplomáticas para el teólogo agustino que hace casi 500 años, con sus 95 tesis contra las indulgencias, inició una lid que vulneró a la institución eclesiástica entonces presidida por León X.
El acto en Lund marcó el inicio del año de Lutero en Suecia. Dicho año concluirá con una magna celebración el 31 de octubre de 2017, cuando se cumpla el quinto centenario del debate teológico al que convocó Martín para discutir sobre las que consideraba distorsiones de la fe cristiana impulsadas desde Roma. Al clavar las 95 tesis, Lutero solamente esperaba que lo expresado por él en el documento desatara intercambio de opiniones entre la comunidad universitaria de Wittenberg. Fue la posición incólume de los representantes de León X, y la de él mismo, la que crecientemente convenció al teólogo germano de iniciar un camino distinto, libre del dominio católico romano.
Las palabras de Francisco en Lund se ocuparon de encomiar la unidad de los cristianos. Animó a dejar en el pasado los enfrentamientos y a mantener viva la esperanza de reconciliación entre católicos y luteranos. Más adelante expresó: “La experiencia espiritual de Martín Lutero nos interpela y recuerda que no podemos hacer nada sin Dios. ‘¿Cómo puedo tener un Dios misericordioso?’ Esta es la pregunta que perseguía constantemente a Lutero. En efecto, la cuestión de la justa relación con Dios es la cuestión decisiva de la vida. Como se sabe, Lutero encontró a ese Dios misericordioso en la Buena Nueva de Jesucristo encarnado, muerto y resucitado. Con el concepto de ‘sólo por la gracia divina’ se nos recuerda que Dios tiene siempre la iniciativa y precede cualquier respuesta humana, al tiempo que busca suscitar esa respuesta. La doctrina de la justificación, por tanto, expresa la esencia de la existencia humana delante de Dios” (texto y audio completos).
La Federación Luterana Mundial y la Iglesia católica tienen 50 años dialogando sobre distintos temas. En 1999 emitieron la Declaración Conjunta sobre la Doctrina de la Justificación, y en 2013 el documento Del conflicto a la comunión. conmemoración conjunta luterano-católico romana de la reforma en el 2017. Entre uno y otro documento se interpuso en agosto de 2000 la Declaración Dominus Iesus (señor Jesús), cuya redacción estuvo a cargo de Joseph Ratzinger (futuro papa Benedicto XVI) y contó con el visto bueno de Juan Pablo II. De nueva cuenta se afirmaba que Extra ecclesiam nulla salus (fuera de la Iglesia [católica] no hay salvación): “Los fieles están obligados a profesar que existe una continuidad histórica –radicada en la sucesión apostólica– entre la Iglesia fundada por Cristo y la Iglesia católica. Esta Iglesia, constituida y ordenada en este mundo como una sociedad, subsiste en la Iglesia católica, gobernada por el sucesor de Pedro y por los obispos en comunión con él”.
Tal vez más importante que lo expresado por Francisco en la catedral de Lund sea lo que no dijo respecto a un antecesor en el cargo. Es necesario recordar que León X (en el papado del 11 de marzo de 1513 al primero de diciembre de 1521) combatió a Lutero por todos los medios a su disposición. Cuando las presiones eclesiásticas para que el rebelde se retractara no tuvieron el efecto buscado, León X lanzó el 15 de junio de 1520 una incendiaria excomunión contra Martín Lutero. Éste, en respuesta, publicó cuatro pequeñas obras (Discurso a la nobleza de la nación alemana, La cautividad babilónica de la Iglesia, Contra la execrable bula del anticristo y La libertad del cristiano), en las que profundizó tantas críticas al sistema romano como propuestas para construir alternativas al mismo.
En el periodo papal de quien excomulgó a Lutero la compraventa de bienes simbólicos de salvación y cargos eclesiásticos alcanzó niveles escandalosos: “Ha sido calculado que al tiempo de la muerte de León X, en 1521, había en el Vaticano más de dos mil ciento cincuenta puestos a la venta […] incluso entre ellos estaban los de más importancia en la corte papal, como el puesto de cardenal camarlengo” (Eamon Duffy , Saints and Sinners. A History of the Popes, Yale University Press, New Haven, 2002, p. 195).
Dar algunas palabras de encomio sobre Lutero, por más generales que ellas sean, como lo hizo Francisco en Lund, sin referirse al aparato eclesiástico romano que le cerró las puertas y lo excomulgó bajo el cargo de herejía, es un ejercicio que deja intacto el origen de la disidencia del reformador. Si, como afirmó Francisco antes de viajar a Suecia, Martín Lutero fue un reformador en un momento difícil y puso la palabra de Dios en manos de los hombres
, entonces incurrieron en error quienes lo persiguieron por traducir la Biblia al alemán y difundirla entre el pueblo.
Lutero no fue reivindicado por el papa Francisco. La ceremonia en Lund se restringió a expresar consideraciones generales, que dejaron intocado el entramado eclesiástico del siglo XVI que condenó al ex monje agustino, llamado por León X el peor de los herejes y bestia salvaje.