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EU: Lo que viene
Crece repudio a política de odio

Trump prepara un polémico gabinete

Myron Bell, quien niega el cambio climático, un aspirante

Protestas contra el magnate se extienden a otras ciudades

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Un partidario de Donald Trump con una bandera confederada confronta a quienes impugnan al magnate afuera del Palacio de Justicia en Fort Worth, TexasFoto Ap
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En Miami, Florida, una pancarta unió a El Chapo y Zapata en la protesta políticaFoto Notimex
Corresponsal
Periódico La Jornada
Sábado 12 de noviembre de 2016, p. 2

Nueva York.

Ante gritos de repudio de miles de personas en calles de varias ciudades, el presidente electo Donald Trump continuó armando su nuevo gobierno y envió señales cuidadosas para tranquilizar a Wall Street y a parte de la cúpula política, mientras nutre el clima de temor entre inmigrantes y comunidades minoritarias del país.

Encerrado en su búnker de la Torre Trump en la Quinta Avenida, el candidato y su equipo de transición, encabezado ahora por el vicepresidente electo Mike Pence (después de que Chris Christie fue degradado ayer) junto con tres hijos de Trump y un yerno, continuaron evaluando la formación del gabinete.

Algunos de los candidatos, junto con los asesores más importantes que están en las comisiones de transición, continuaron provocando ansiedad entre diversos sectores sociales del país. Más allá del arquitecto de medidas antimigrantes, Kris Kobach, también figura Myron Bell, una de las principales voces a escala mundial que rechaza el consenso científico sobre el cambio climático y ahora está encargado de guiar el proceso para desmantelar las políticas en esa materia y cómo cumplir con la amenaza de anular el Acuerdo de París.

Pero mientras estos extremistas provocan angustia y temor entre ambientalistas y defensores de derechos de los inmigrantes, algo curioso sucede: Trump y su equipo al parecer impulsan dar un giro a la imagen de insurgentes usada en campaña contra el establishment para formar un gobierno integrado por ese establishment.

Al nombrar a Pence jefe de la transición, Trump coloca a un legislador de seis periodos en la cámara baja y después gobernador como el puente del insurgente a la cúpula tradicional republicana.

Y ante su promesa de campaña de drenar el pantano de Wa-shington para cambiar el viejo régimen, su equipo de transición está reclutando a veteranos de otros gobiernos, en especial de los presidentes George Bush y Ronald Reagan.

Además, ese equipo de transición ahora depende de un ejército de cabilderos profesionales –muchos de los cuales representan a algunas de las más grandes empresas estadunidenses– que son parte integral del gobierno permanente de Washington, reportaron varios medios.

La lista de candidatos para puestos del gabinete incluye a reconocidos capitanes de la industria, incluso de Wall Street, como Jamie Dimon, jefe de JPMorgan Chase y un veterano de Goldman Sachs.

Este gobierno será el encargado de promover algunas de las promesas de Trump para sus primeros 100 días, entre las cuales está desmantelar normas ambientales y una serie de órdenes ejecutivas de Obama sobre inmigración, cambio climático y controles de armas de fuego; impulsar el plan masivo de reconstrucción de infraestructura, anular la reforma de salud, cancelar las negociaciones del Acuerdo Comercial Transpacífico, renegociar el TLC y lo que ahora llama seguridad fronteriza.

El propio Trump y sus asesores de mayor rango están modificando partes de la retórica de campaña sobre temas centrales: moderan su posición sobre salud, rehúsan comentar sobre la prohibición contra inmigrantes musulmanes, indican que no romperán el acuerdo nuclear con Irán, sino que primero lo revisarán, y el muro fronterizo, que el presidente electo no ha mencionado desde el martes.

Esta semana Newt Gingrich, uno de sus principales asesores, expresó dudas acerca de si México pagará por el muro o si de hecho aún está en los planes. Dedicará mucho tiempo al control de la frontera. Podría no dedicar mucho tiempo intentando lograr que México pague por eso, pero fue un gran recurso de campaña, comentó ayer Gingrich en teleconferencia patrocinada por un bufete internacional de abogados, reportó The Washington Post. Sin embargo, otro asesor, Rudy Giuliani, insistió en que se construirá el muro, “absolutamente… es una promesa de campaña”, pero tal vez no estaría entre las prioridades de los primeros 100 días.

El equipo de transición tampoco ha ofrecido un mensaje claro sobre si procederán con las deportaciones de indocumentados que prometió el candidato, ni de cuántos se habla (se han mencionado 2 millones de migrantes con historial criminal en el primer año).

De hecho, pocos saben si estas maniobras son para calmar a la cúpula política y económica hasta que tome las riendas del poder el próximo 20 de enero, y de ahí retornar a sus posiciones extremistas, o si mucho de esto fue una farsa de un demagogo que supo usar el descontento y hartazgo popular para instalarse como rey de la cúpula.

O tal vez nadie, incluso él, lo sabe bien (tal vez porque también está sorprendido, como muchos más, de ser presidente electo). Algunos políticos de la cúpula republicana en Washington dicen en broma que tal vez Trump gobernará como un republicano moderado de Nueva York y que todo lo demás fue pura manipulación.

En las calles

Por lo pronto, continúa la batalla electoral, con otro día y otra noche de manifestaciones y marchas en varias ciudades, como Nueva York, Portland (Oregon), Atlanta, Filadelfia y Columbus. En algunas, como la de Miami, bloquearon el tráfico en varias carreteras principales.

Coreando consignas y denunciando el sexismo, racismo y xenofobia de Trump, las acciones multirraciales con participación mayoritaria de jóvenes expresan la alarma e indignación ante su elección. Hasta ahora, estas expresiones han sido notables por la ausencia de las organizaciones tradicionales de protesta, con pancartas fabricadas a mano y espontáneas.

Se anunciaron planes para continuar estas marchas el fin de semana, agregando nuevas ciudades. A la vez, ya hay llamados para organizar acciones masivas de protesta en la inauguración de Trump en Washington.

Mientras tanto, después de que Trump se quejó el jueves en un tuit, acusando que manifestantes profesionales, instigados por los medios, están protestando. Muy injusto, a primera hora de ayer alguien lo convenció de modificar su berrinche, y tuiteó: Amo el hecho de que anoche un pequeño grupo de manifestantes tiene pasión por nuestro gran país. Todos nos uniremos y estaremos orgullosos.

Sin embargo, su cercano colaborador Rudy Giuliani acusó a los manifestantes de ser un montón de niños llorones.

Y también, por tercera noche, hubo expresiones extremistas en favor de Trump: pintas y consignas racistas y antimigrantes, además de amenazas de violencia física.

Un manifestante pro Trump en Fort Worth, Texas, mostró una pancarta mientras pasaban manifestantes contrarios al presidente electo que decía Sí, Trump puede y portaba una bandera de la Confederación, símbolo del sur esclavista.

Varias figuras han llamado a que el presidente electo condene estas expresiones de odio de personas que dicen ser sus simpatizantes, incluido el Ku Klux Klan. El editorial de The New York Times de ayer, titulado Denuncie el odio, señor Trump, argumentó que es necesario que repudie el flujo de ataques racistas, sexistas, xenofobicos y homofóbicos asociados con su nombre.