Exagerar para premiar
Chilpancingo no sería Nacozari
Válvulas y bombas, cerradas
Aplicado, protocolo de seguridad
o hay absolutamente ninguna prueba o indicio de que el accidente que costó la vida al ahora premiado Gonzalo Rivas Cámara habría servido para evitar una catástrofe urbana en Chilpancingo el 12 de diciembre de 2011. Con una sincronizada campaña mediática se fabricó la equiparación de los hechos guerrerenses con lo acontecido en noviembre de 1907 en Nacozari, Sonora, donde un maquinista, Jesús García Corona, alejó de la población un tren que transportaba unas cuatro toneladas de dinamita que estaban a punto de explotar: del Héroe de Nacozari al Héroe de Chilpancingo, sin ningún punto probado de comparación, manipulados y sobredimensionados los lamentables sucesos en una gasolinera para utilizarlos contra los movimientos sociales y específicamente contra el activismo de estudiantes, familiares y ciudadanos relacionados con la Normal de Ayotzinapa.
En el numeral 366 de su amplia investigación sobre los hechos, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos consignó la versión de los empleados de la gasolinera, consistente en que se habían adoptado las medidas de seguridad adecuadas para el caso. En ningún punto se mencionan riesgos apocalípticos: Aproximadamente a medio día, de acuerdo con el dicho de dos empleados de la citada gasolinera, un grupo de jóvenes que llevaban cubierto el rostro se acercaron a ese lugar, exigiendo que se les entregara gasolina; sin embargo, momentos antes, cuando el apoderado legal del establecimiento se percató de la presencia de los manifestantes, instruyó al ingeniero de mantenimiento para que se cerraran las válvulas, dicho empleado activó el sistema que interrumpe la energía eléctrica, a fin de inhabilitar las bombas de gasolina e impedir la sustracción de la misma a través de las pistolas de servicio
(https://goo.gl/naEXIf).
Es decir, ya estaban cerradas las válvulas, interrumpida la energía eléctrica e inhabilitadas las bombas de gasolina cuando, según la referencia 367, los empleados y el apoderado legal, “resguardados en la oficina de la estación de servicio (…) observaron a una persona rociando gasolina a la bomba número uno, y a otra más prendiendo fuego a la misma”. En el numeral 368 se agrega que al percatarse de lo ocurrido, el encargado de mantenimiento salió de la oficina, con un extinguidor, en dirección a la bomba número uno, momento en que se encontró con V48, quien le manifestó que le entregara el extintor y que se regresara por otro; paralelamente se escucharon detonaciones producidas por proyectil de arma de fuego, por ello, el primero de los empleados se resguardó en la oficina del apoderado legal hasta que los disparos cesaron
(V48 es la denominación narrativa que la CNDH asignó a Gonzalo Rivas Cámara). Por su parte, según la referencia 369, V48 continuó controlando el incendio que se estaba generando cuando se registró una explosión, provocándole quemaduras graves
. En siguientes puntos se detallan las lesiones, la atención médica y el lamentable deceso de Rivas Cámara.
Alejandro Montealegre, el encargado de la estación de gasolina 4033, denominada Centro Comercial Chilpancingo SA de CV, conocida como Eva, ubicada en el bulevar Vicente Guerrero número 560, de la carretera nacional México-Acapulco, en Chilpancingo, declaró a periodistas, luego de presentar una denuncia contra estudiantes de Ayotzinapa
ante la Procuraduría de Justicia de Guerrero, que luego de enterarse de los enfrentamientos entre policías y activistas, nosotros pusimos en funcionamiento el protocolo de seguridad, como cortar el suministro de gasolina en las bombas, la energía eléctrica, y suspendimos el servicio de la tienda y de los baños
.
Montealegre adjudicó a los estudiantes la autoría del incendio a partir de un estampado en camisetas: al patio de la gasolinera, que habían cerrado, aunque dejando a policías que lo utilizaran para dar paso a varios vehículos que se habían quedado varados
, de pronto “entraron dos tipos vestidos de rojo, que les puedo asegurar que en sus playeras decía ‘Normal de Ayotzinapa’, yo lo vi de frente; uno de ellos traía una garrafa con gasolina y comenzó a rociar la bomba y luego la depositó en la parte superior, de su pantalón extrajo unos cerillos, le gritamos que no fuera a prender fuego, pero él hizo caso omiso y le prendió fuego a la bomba” (https://goo.gl/krdE7Z).
Según la misma narración de Montealegre, Gonzalo Rivas, quien tenía a su cargo el sistema de cómputo con que se controla el sistema de seguridad que impide que estalle la gasolinera en caso de incendio en una de sus bombas, extrajo de su oficina un extinguidor y valientemente se dirigió a apagar el fuego, pero supongo que no se percató que los estudiantes habían dejado la garrafa con gasolina encima de la bomba, misma que estalló al avivarse el fuego por el aceite regado
. La explosión alcanzó a Rivas y le produjo quemaduras graves que le llevaron a la muerte.
Conforme a este relato, Gonzalo Rivas Cámara realizó un plausible acto en busca de que no se incendiaran y dañaran dos bombas surtidoras de gasolina (la CNDH mencionó un dictamen de la Procuraduría de Justicia de Guerrero, en materia de avalúo de bienes inmuebles, a fin de determinar los daños que presentaban las bombas despachadoras de gasolina marcadas con los números uno y dos, y en general el inmueble en la que se encuentra ubicada, concluyendo que los daños en la misma ascendían a 185 mil pesos
), pero no había ningún riesgo de que estallara la gasolinera completa y murieran centenares o miles de personas, según la desbordada imaginación de quienes exageraron los hechos para forzar la premiación senatorial.
Lamentable y dolorosa la muerte de Rivas Cámara, como las de tantos mexicanos que diariamente se enfrentan a hechos irregulares o a accidentes causados por las descomposturas criminales del sistema mexicano. Pero, en este caso, su muerte ha sido usada de manera mezquina, sucia y ruin para construir otra verdad histórica
. En realidad, el incendio temido sí se produjo, y nada colectivamente devastador sucedió. ¡Hasta mañana!
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