Estarán disponibles de manera gratuita en Internet en 2018, adelanta Luz María Mohar
Esa iniciativa se suma a los proyectos Amoxcalli y Tetlacuilolli, auspiciados por el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social
Son manuscritos de papel amate, lienzos de algodón o piel de venado del siglo XVI, muy delicados, informa la investigadora
Jueves 24 de noviembre de 2016, p. 3
Alrededor de 60 por ciento del contenido de los códices del México antiguo que están en bibliotecas europeas está disponible de manera gratuita y abierta para su consulta en Internet, como parte de un proyecto que hace tres lustros comenzaron especialistas del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (Ciesas), que para 2018 sumará 11 documentos que se encuentran en la Biblioteca Nacional de Austria, en Viena.
Se trata, en su mayoría, de manuscritos en papel amate, lienzos de algodón o piel de venado que datan del siglo XVI, muy delicados, los cuales no pueden exponerse a la luz o al aire, y que no cualquier persona puede revisar en las instituciones donde se resguardan, por lo que la iniciativa que coordina Luz María Mohar Betancourt ha sido de gran ayuda para estudiosos de los pueblos mesoamericanos y para los admiradores de las culturas prehispánicas.
Sobre todo, ese material está destinado a que las nuevas generaciones se acerquen a conocer los testimonios que plasmaron en esos documentos los tlacuilos (escritores-pintores) de la época, indica la investigadora en entrevista con La Jornada.
Por ejemplo, ahí están los 80 manuscritos mexicanos que resguarda la Biblioteca Nacional de Francia (BNF), el más vasto acervo digitalizado en el proyecto llamado Amoxcalli (casa de los libros, en náhuatl).
Cuenta con más de 45 mil imágenes, acompañadas por información como análisis de glifos y detalles del contexto de cada documento.
Textos, dibujos y glifos
Otra de las ventajas es que con las herramientas digitales se pueden hacer acercamientos a los textos, dibujos y glifos para observarlos con detenimiento.
Entre ellos está el bellísimo Códice París (de origen maya), un delicado y frágil fragmento, el único documento mexicano elaborado antes de la llegada de los españoles, un manuscrito sagrado cuyo contenido, desde la moderna perspectiva sobre los códices, corresponde al tipo de libros adivinatorios prehispánicos, y cuya consulta en la antigua sociedad maya estuvo restringida a la alta jerarquía religiosa
, explica la investigadora Laura Elena Sotelo Santos en la presentación de ese material.
Ahí mismo, la especialista de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) relata que el documento “está resguardado en un estuche de madera, similar a una caja poco profunda de 28 por 29 centímetros, cuyas medidas interiores se asemejan a las del códice. El interior está recubierto con terciopelo negro y un cristal deslizable lo protege, a la vez que permite la observación directa sin necesidad de tocarlo. Al parecer esta cajita es la misma que fue construida ex profeso para la exposición Aztlán, Terre des Aztéques: Images d’un Nouveau Monde, que tuvo lugar en París en 1976, con motivo del centésimo aniversario del Congreso Internacional de Americanistas. Durante esa muestra los asistentes podían mirar las páginas 20 y 23 del códice.
Al parecer, este códice llega entre 1829 y 1831 a la entonces Bibliothèque Imperiale en París, mediante una compra, como parte de las colecciones Baradère o Latour-Allard de manuscritos mexicanos (...) Es importante destacar que se trata tan sólo de un fragmento realizado sobre una tira de amate, que ahora mide 1.43 metros de largo por 25 centímetros de ancho. El papel de amate, fino y delicado, visto de perfil tiene ondulaciones profundas. La tira está doblada en forma de biombo; hoy tiene 10 dobleces, cada uno a 13 centímetros del anterior, por lo que las 11 secciones internas que resultan dentro del documento convencionalmente se llaman láminas o aun páginas.
Muchos documentos eran inéditos
Luego de Amoxcalli, el Ciesas auspició el proyecto Tetlacuilolli (escritura en piedra), que tuvo como línea de trabajo 14 códices nahuas y catecismos indígenas, entre mucho material inédito que se encuentran en el Museo Británico, en Londres, así como el Códice Mendoza o Mendocino, que resguarda la Biblioteca Bodley, en Oxford.
“Amoxcalli nos llevó ocho años de investigación, hasta que en 2010 logramos editar un disco compacto, que por ahora está agotado, y publicar una página web con todo el material de la BNF, entre el que se encuentra el Códice Ixtlilxóchitl, la Genealología de los Príncipes Mexicanos, Códice Ayotzingo, la Rueda Calendárica de Valadés, el Lienzo de Tetlama, la Genealogía de Citlalpopoca y el Mapa Reinisch, una gran cantidad. Revisamos 80 códices y más de 300 expedientes, algunos en náhuatl (que se tradujeron), otros en castellano”, detalla Luz María Mohar Betancourt.
Añade que con los códices elaboraron un análisis de cada una de las imágenes y con los documentos un diccionario de todos los glifos, con propuestas de lectura: “Nuestra página se consulta mucho, sobre todo en el medio académico, aunque la intención es que este material que se encuentra fuera del país se conozca por todos los sectores de la población, pues muchos de estos documentos eran inéditos.
“Se trata de nuestro patrimonio, un material que si se imprimiera en papel sería carísimo, y que puede servir no sólo a historiadores, sino a geógrafos, diseñadores, en particular a todo aquel interesado por la imagen.
“Por fortuna, tanto Amoxcalli como Tetlacuilolli han generado buen número de tesis de maestría y doctorado, así como varios libros. Hemos abierto un espacio de consulta para todo público, tanto nacional como internacional. Fue un proyecto en el que participó un equipo de más de 60 personas y que contó con el apoyo del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) para la adquisición de las imágenes, pues cada una se compró a la BNF”.
Amoxcalli (que se puede consultar en la página: amoxcalli.org.mx) es un proyecto que tuvo una inversión de 5 millones de pesos, para Tetlacuilolli (tetlacuilolli.org.mx) se contó con un financiamiento de 3 millones de pesos.
La investigadora espera que para 2018 estén en línea los 11 documentos de la Biblioteca Nacional de Austria, en los que trabajan actualmente; entre ellos figuran el Mapa de Popotla, el Retrato de Axayácatl, dos documentos heráldicos y otro sobre tierras en Tepoztlán.
Desafortunadamente para este último no hemos tenido financiamiento que nos permita ir a ver los originales, por eso vamos un poco más lentos; estamos trabajando sólo con los recursos del Ciesas y de la Universidad Autónoma del Estado de México.
Otros recintos que resguardan manuscritos, los cuales plasman el importante sistema de escritura que hubo en el México antiguo, se encuentran en otras bibliotecas de Gran Bretaña, en el Vaticano, “donde hay un importante acervo prehispánico de documentos calendáricos o religiosos; en España y en Estados Unidos. El acervo París es uno de los más relevantes; calculo que, incluyendo este último, son alrededor de 150 los documentos importantes que están fuera de México”, concluye la investigadora.