n pequeño temporal se desató con la renuncia del gobernador Carstens en el Banco de México. Luego de casi siete años en el puesto se va y en un momento bastante delicado de la situación financiera y, en general, de la economía. Su papel en la evolución de la economía en ese periodo fue protagónico.
Como es común en el país, las razones de las renuncias nunca son claras. Se habla mucho de transparencia en el entorno político, pero vaya que les cuesta a todos hacerla efectiva. La entrevista con Bloomberg del 2 de diciembre es una joya de la política nacional.
Que Carstens se vaya como gerente al Banco de Pagos Internacionales de Basilea no es noticia. Es miembro del Consejo de Directores y ya antes se habló de que podría ser el gerente. Había dilatado la decisión de irse. Ahora encontró el momento adecuado.
En mayo de 2011 Carstens fue candidato para llegar a la dirección del Fondo Monetario Internacional, puesto que finalmente ganó la francesa Christine Lagarde, que fue reelecta a principios de este año.
El gobernador quiere hacer carrera internacional. Por qué ahora, en medio de la inestabilidad financiera reinante en el país que se expresa con tasas de interés al alza, fuertes presiones inflacionarias, gran devaluación del peso, desbalance fiscal, alta deuda pública y menor apetito de los inversionistas externos. A esto se suma la clara caída de la tasa de crecimiento del producto que se anuncia larga, y un embate externo por parte del gobierno electo en Estados Unidos.
Con respecto al curso en el que está ya metida de lleno la economía vale la pena ver la contundente presentación que hizo en Nueva York el subgobernador del banco central Manuel Sánchez: Una guía de la economía mexicana
, publicada en inglés en la página de Internet del banco.
Como siempre, en el caso de Carstens se aducen razones personales. Pero las razones de este tipo siempre son personales, aunque fuese el caso de alguien a quien despiden de su puesto de trabajo. No debe olvidarse que el banco central tiene un estatuto de independencia consignado en el artículo 28 de la Constitución.
Lo ocurrido para que el gobernador deje el puesto no se sabrá abiertamente y eso solo provoca rumores, los que nunca son buenos a ese alto nivel de la política y de la gestión económica. ¿Cuál podría ser el desencuentro con el Presidente y su equipo más cercano? Y en ese equipo hay que incluir a aquellos que ahora no aparecen de modo público.
Castens y el secretario de Hacienda Meade han participado juntos recientemente explicando el rumbo económico y financiero; tratan de contener la ola de expectativas negativas que se ha creado, sobre todo desde la elección de Donald Trump.
El gobernador fue crítico con la situación fiscal y el alto nivel de la deuda pública. Además, corrigió a la baja las expectativas de crecimiento del producto. En esto había un contrapunto con Hacienda. Pero el secretario Meade afirma ya que se espera un menor flujo de inversiones productivas el año entrante y el presupuesto se ajustará a la baja. Me parece que es poco probable que esté satisfecho con la renuncia de su colega.
Los entresijos del poder son reales, suelen volverse motivo de morbo, pero el hecho es que la situación provoca más incertidumbre en el entorno general, aunque el gobernador se vaya hasta el primero de julio.
En todo caso, los planteamientos públicos del gobierno no señalan hacia una estrategia mínimamente clara de qué hacer con la economía. Apuntarse con toda fe al libre comercio y al mayor intercambio de mercancías y de capitales con los muchos países con los que se han firmado acuerdos no generará resultados rápidos ni suficientes. Es más, es posible que pronto sea un asunto pasado de moda, según está el escenario político y social en buena parte del planeta.
La globalización ha creado vínculos muy estrechos de flujos de mercancías, servicios y capitales (y de personas) con Estados Unidos. Las decisiones de política económica que se han tomado desde el gobierno de Carlos Salinas han conformado una estructura productiva y financiera que no es la más adecuada para la diversificación.
Renegociar el TLCAN para ganar posiciones no es un asunto evidente, sino que requiere un plan bien definido que no se advierte por ahora como una acción del gobierno. No se sabe si el sector privado pueda guiar por ese camino. Este es también un tema para la izquierda que pretenda gobernar dado su repudio al tratado desde su implantación.
Afirmar que los mexicanos superamos las dificultades que se presentan es un eslogan que requiere cada vez de un mayor contenido concreto. En este momento apenas empiezan las dificultades de este nuevo episodio de crisis, otro más en una larga secuencia desde 1982 (sin olvidar 1976).
En este marco la salida de Carstens ya sea motu proprio o por diferencias políticas y técnicas no es un elemento trivial en la situación actual. A esta debe añadirse la cercanía de la elección presidencial de 2018.
Los candidatos por ahora visibles tienen una oportunidad para perfilar sus posiciones con respecto a la aplicación y salvaguarda del pleno estado de derecho, el combate de la corrupción, el restablecimiento de la seguridad pública y la estrategia de mediano plazo para reencauzar la economía, sobre todo en cuanto al mercado interno y el entorno de las relaciones con el exterior.