Kafka conmemora la expropiación
Campechana teatralidad
Romero Deschamps, el prototipo
Veracruz: otro periodista asesinado
l gobierno de la República (por llamarlo de alguna manera) expropió este sábado 18 algunos yacimientos kafkianos. Con una soltura escenográfica digna de premios especializados (los Enriques, podría denominarse alguna estatuilla a entregar), figuras relevantes de la cartelera política de temporada montaron una tragicomedia de enredos, con un ánimo de presunta conmemoración de que en 1938 fue expropiada una riqueza que, en realidad, ahora se ha desexpropiado
.
Es decir, en sentido estricto ya no había nada que conmemorar (el domingo con filas de automóviles obstruyendo el tráfico en el Periférico Norte del área metropolitana capitalina, a la altura de las Torres de Satélite, para surtirse en una gasolinera de propiedad extranjera que significaría la revancha de los originalmente expropiados), pero justamente en ese hecho de aberración explícita podría descansar la valía artística de la representación teatral gubernamental, de la simulación, el fingimiento.
Para mayor gloria del ejercicio de ficción aquí reseñado, las escenas principales fueron rodadas en los estudios Campeche, dotados de palmas aplaudidoras a granel, vítores al personaje central y un gran contento videograbable, todo por cortesía del anfitrión, el gobernador Alejandro Moreno, cariñosamente llamado Alito en sus dominios. Todo fue contento, con una primera plana de la política energética en la que destacaron el secretario de Energía, Pedro Joaquín Coldwell, y el director de Pemex, José Antonio González Anaya, especialista en aguas salinas.
Los reflectores se posaron sobre todo en un personaje de novela: Carlos Romero Deschamps, tal vez el ciudadano que mejor da ejemplo de la superación personal que han permitido la Revolución Mexicana y sus instituciones tan generosas, entre ellas el sindicalismo y, en especial, el de los trabajadores petroleros. Don Carlos, con modestia y sacrificio, ha permitido, para fines didácticos, que en su persona se enseñoreen los más altos propósitos de reivindicación social a que la antes mencionada Revolución, y la nación en general, han aspirado: prosperidad económica al extremo, displicencia faraónica y condición de intocable.
Tan distinguida compañía teatral celebró lo que en realidad ha sido un entierro, e incluso el orador principal (el modelo para las estatuillas antes citadas) se permitió el lance torero de criticar a quienes, mal intencionados o ignorantes, vieran fracaso y penurias donde, oh, bendito sea el arte de la composición e interpretación de obras de la imaginación, en realidad deberían verse victorias y prosperidad: el gasolinazo de enero como inmejorable oportunidad de ahorrar luego algunos centavos de peso; el orgullo patrio de la recuperación cardenista de la riqueza petrolera, evolucionado en la galana venta de esos activos a particulares, tanto nacionales como extranjeros; Pemex convertida en camaleónica marca que por efectos ópticos puede leerse como Exxon, British Petroleum y otros éxitos de la modernidad empeñista. ¡Cuánto júbilo en esta patria tan bendecida (y en un campo de golf de lujo de Mérida, donde el personaje central y el primer senador del país se pasaron unas horas de sano recreo deportivo).
Ayer por la mañana fue ejecutado un periodista más en Veracruz, como si los tiempos de intensidad funeraria vividos con Javier Duarte de Ochoa tuvieran continuidad en la nueva etapa de gobierno, a cargo del (ahora) panista Miguel Ángel Yunes Linares. Por disparos de bala cayó Ricardo Monlui Cabrera a las puertas de un establecimiento de comida en el municipio de Yanga, adonde había ido en compañía de su esposa y su hijo. A diferencia de otros casos veracruzanos, en que las víctimas solían cubrir asuntos policiacos, Monlui Cabrera se especializaba en temas de los productores de caña e incluso fue jefe de prensa de una unión nacional adscrita a la priísta Confederación Nacional Campesina, dirigida por Daniel Pérez Valdez, de quien se ha publicado que era compadre.
De esos asuntos solía escribir en columnas de diarios veracruzanos, además de dirigir un medio de comunicación de su propiedad. En columnas recientes, Monlui elogió ampliamente la carrera política de Adrián Sánchez Vargas, de Córdoba, Veracruz, quien dirige a nivel nacional el Sindicato de Trabajadores de la Industria Azucarera y Similares de la República Mexicana, de la Confederación de Trabajadores de México, e incluso llegó a argumentar que el citado Sánchez Vargas podría ser el sucesor de Carlos Aceves del Olmo, el actual dirigente cetemista, quien por cierto se encuentra delicado de salud
(https://goo.gl/TKFiqI ).
Varios textos han llegado a esta columna en referencia a los recortes del número de becas en el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt). Eliminando datos específicos, para que no haya otro tipo de represalias, se toma uno de esos textos para ilustrar lo que está sucediendo: “Yo tengo este problema, soy uno de los dos alumnos con promedio más alto en la maestría que estoy cursando y literalmente no me aceptaron mi solicitud de beca Conacyt; ¡es absurdo, porque los mejores promedios de una maestría no tenemos asegurada una beca Conacyt en un Programa Consolidado!
“Se llega a tal punto –continúa esa carta– que la razón por la que no me aceptaron la beca fue porque mi institución de origen no me había propuesto, ¡cosa que es totalmente falsa, es sólo para disimular la falta de presupuesto! Esto fue principalmente porque cambiaron el modo de asignar las becas; anteriormente se utilizaba un parámetro y ahora es otro; lo cierto es que no importa la razón del cambio: en mi posgrado, la tercera parte no tenemos asegurado este ingreso y en doctorado también tienen este problema. Además, cabe destacar que en este posgrado te hacen firmar una carta compromiso de dedicación de tiempo completo, pero esto carece de sentido si no existe un apoyo monetario para el sustento del estudiante (¿de qué voy a vivir si no es por la beca?) Me pregunto qué va a ser de las siguientes generaciones”. ¡Hasta mañana!
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