¡Al jersey, al jersey!
En el pajar de la criminalidad
Robos de élite, institucionalizados
Camisetas partidistas por doquier
o es infrecuente que grupos deportivos extranjeros, de niveles aficionado o profesional sufran robos en México de pertenencias en hoteles, sitios de entrenamiento o vestidores. Robos, asaltos y agresiones forman parte del menú diario de los mexicanos, al que involuntariamente se suman visitantes de toda índole (deportiva, cultural, artística, científica, turística en general) que, a pesar de las advertencias, suelen descuidarse
ante esa desatada delictividad nativa.
Pero, esta vez, el robo de un yérsey (puede usarse esta expresión, validada por la RAE, o jersey, la palabra original) de un destacado jugador de futbol americano (valuada la prenda en medio millón de dólares, no por el material o la calidad textil, sino por el simbolismo) ha tenido consecuencias mayores. En primer lugar, por el posicionamiento del presunto responsable: Mauricio Ortega Camberos, director hasta el pasado 14 del tabloide sensacionalista La Prensa, especializado en nota roja y miembro de la Organización Editorial Mexicana, fundada esta OEM por el difunto Mario Vázquez Raña.
Es una ironía propia del tiempo descompuesto que vive México que la FBI, más el grupo de seguridad de un equipo estadunidense de futbol americano y policías mexicanas accesorias hayan ubicado el mencionado yérsey en el pajar de la criminalidad que vive México. Rapidez y precisión contrastantes, por ejemplo, con la tardanza (o, dicho de otra manera, el encubrimiento gubernamental) respecto a 43 jóvenes aspirantes a ser maestros que fueron desaparecidos en Iguala hace casi 30 meses, o la imposibilidad peñista de dar con el paradero del ex gobernador de Veracruz Javier Duarte de Ochoa, amigo y cómplice de la cúpula que dice buscarlo.
El robo de la mencionada prenda deportiva aporta material a la guerra implacable que el presidente de Estados Unidos sostiene contra México. No se necesita ningún retorcimiento retórico para que Donald Trump insista en los señalamientos de que los mexicanos son, entre otras cosas, ladrones. Aun cuando falta probar las acusaciones, el comportamiento del acusado, y de la empresa a la que servía, poco margen da para fortalecer la presunción de inocencia: el director renunció en cuanto supo de las indagaciones en curso, lo buscado fue encontrado en su casa, y La Prensa lo ha repudiado en un comunicado oficial.
La historia del ejecutivo periodístico presuntamente pillado en andanzas de latrocinio internacional generó una repugnancia social válida y explicable. Pero, igualmente, simplista y propicia para oportunismos. La deplorable conducta de Ortega Camberos es solamente una muestra del deterioro generalizado de una nación en la que de manera sistemática se practica el robo, y no solamente en la base social de la pirámide sino, sobre todo, en las élites, de manera sistemática, institucional, aunque nunca hay persecución ni castigo para esos delincuentes públicos, sino complicidad, impunidad, promociones políticas e incluso la asignación de roles de respetabilidad
posterior a los ejercicios delictivos.
Ayer, por lo pronto, un ex ocupante de Los Pinos saltó en Twitter con ánimos justicieros: Una verdadera vergüenza que un mexicano haya robado el Jersey de Tom Brady. Le da pretextos a la ofensiva antimexicana. Debe castigársele
. Entre otras respuestas que recibió, hubo una, astillosa: “Hay tantos mexicanos, @FelipeCalderon, que han robado (hasta elecciones), dan pretexto a ofensivas antimexicanas y no se les castiga…”
A propósito, en el país de la presunta desmemoria histórica, Luis Carlos Ugalde, quien fue presidente del Instituto Federal Electoral en 2006 (año de fraude electoral), participó en una conferencia de prensa, a nombre de un Comité de Acompañamiento Ciudadano, para proponer nombres y perfiles que sirvan para designar a un fiscal anticorrupción
de la PGR.
En la cámara de diputados también se daban arreglos que no abonan a la percepción de legalidad en los procesos electorales. El presidente en turno de la Junta de Coordinación Política de San Lázaro, el perredista Francisco Martínez Neri, anunció que se confeccionaron tres quintetas de nombres para designar de entre ellas a tres nuevos consejeros del Instituto Nacional Electoral (nueva denominación del viejo Instituto del Fraude Electoral).
Dicho de otra manera, los partidos dominantes se pusieron de acuerdo en cuanto al reparto de estas piezas electorales, que, como ha sucedido a lo largo de los años, marcadamente en las gestiones del citado Luis Carlos Ugalde, y de Leonardo Vázquez Zurita y el actual consejero presidente, Lorenzo Córdova Vianello, responden justamente a los intereses de las fuerzas partidistas que han negociado su llegada a esos cargos arbitrales
. Con ese sistema de reparto partidizado de puestos decisorios en órganos autónomos
se conjuran las posibilidades de organización y ejecución de comicios con grados aceptables de limpieza y equidad. Desde ahí comienza otro de los robos nacionales institucionalizados, el electoral.
Camisetas partidistas, mientras tanto, son las que virtualmente reparte el gobernador del estado de México, Eruviel Ávila, igual que lo hace el gabinete peñista, con la mira puesta en las elecciones de gobernador que el Partido Revolucionario Institucional sólo podrá alcanzar mediante robo electoral, según las denuncias de quienes protestan por la abierta promoción que se realiza en esa entidad clave. Yérseys de tres colores, por cortesía de los mariscales de campo del equipo Atlacomulco, entre una afición a la que, con regalos, tarjetas ( La efectiva) y dinero en efectivo, se pretende empujar a que reconozca en junio el resultado de un juego sucio.
Y, mientras Merlina Acevedo colocaba en Twitter un palíndromo de ocasión: Red o jodido jersey, es rejodido joder
, ¡hasta mañana, con el pobrecito Carlos Slim cayendo al sexto lugar mundial de multimillonarios, según la clasificación de la revista Forbes: primera vez que queda fuera de los cinco primeros lugares en doce años, como indicativo de forzada solidaridad con el declive nacional!
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