El jurado eligió La vaga ambición, obra del autor mexicano
El escritor en mi país es una especie de kamikaze, se lanza a lo que será una destrucción casi segura, explica en entrevista con La Jornada
Miércoles 5 de abril de 2017, p. 7
Madrid.
El escritor mexicano Antonio Ortuño fue reconocido con el premio Ribera del Duero de relato por su libro La vaga ambición, que será publicado por Páginas de Espuma, en el que mantiene su singular ironía y mordacidad.
“El escritor en México es una especie de kamikaze, se lanza a lo que será una destrucción casi segura y eso es un poco heroico y épico”, dijo en Madrid, tras conocer la noticia del galardón.
Antonio Ortuño, nacido en Zapopan, Jalisco, en 1976, es una de las voces literarias con más proyección de México. En los años recientes su obra se ha expandido a varios países, por ser traducido al inglés, francés y rumano, entre otros idiomas.
Ha sido finalista del Premio Herralde por su novela Recursos humanos, además de que en España ha publicado dos libros de cuentos, El jardín japonés y La señora Rojo, también en Páginas de Espuma, editorial que organiza el premio de relatos que hoy consiguió.
El jurado, presidido por la novelista española Almudena Grandes, valoró el gran dominio que demuestra para desarrollar un tema común a todos los relatos, que es la naturaleza de la escritura, así como su capacidad humorística, que no va en detrimento de la emoción, logrando la hazaña de divertir y conmover al lector
.
Picaresca de la escritura
Antonio Ortuño, en entrevista con La Jornada, explicó que el libro galardonado “es una colección de relatos unidos por los mismos personajes, fundamentalmente por el narrador y personaje central de la mayor parte de los relatos, que es una suerte de álter ego. Es un escritor recién llegado a los 40, medio conocido y medio olvidado, que escribe sobre episodios de su vida relacionados con la dura supervivencia de la escritura.
“Desde lo formativo hasta lo que significa ser un escritor en un lugar como México, donde la falta de mercado, de una presencia masiva de lectores, a veces convierte en una especie de paisito de chocolate del mundo literario y el escritor tiene que andar sobreviviendo entre cursitos, juegos florales y toda esta picaresca de la escritura.
“Porque –añadió Ortuño– la mayor parte de quienes escribimos no encontramos en México la manera de que la gente, para empezar, nos lea. Es toparse con una pared. Es difícil publicar, es difícil que la gente los lea, incluso en el mundo familiar y amistoso el escritor es visto con un poco de pena, como si uno se dedicara a una especie de pasatiempo.
“El escritor en México es una especie de kamikaze, se lanza a lo que será una destrucción casi segura y eso es un poco heroico y épico”, explica Ortuño.