ué bonito el son de los grillos al flotar cargados de influencias. Cantos reproducidos en rápidas evoluciones, escondidos entre nubes, dando a la angustia; poder y magia, misterio y fantasía, adivinanza del futuro. Hermosos espacios que desaparecen, vuelven. Repetir para no recordar. Sonidos y voces, ritmos y melodías internas.

El dolor –vida muerte– de los grillos se esconde en el interior de un espacio inasible, sólo flotar en vacío, sin tocarlo, rodeado de fantasmas que traspasan memorias, percepciones, llantos en silencio, violadores de sentimientos en conmoción, acariciar de recuerdos, voces decibles, melodiosas, rítmicas.

Los grillos ocultos cantan entre árboles, lentamente ensordecieron con nuevas campañas, ¿se desconocerá la hondura y profundidad en que envuelven? La naturaleza es velo tenue, oculta algo tan palpitante como el grillerío. Los grillos han tomado la delantera y vuelan con ritmo nervioso e indolente. Los grillos han desertado de su puesto. Frenesí que no cesa y se acentuó el fin de semana pasado. Esa omnipotencia que transmiten lo magnetiza y asegura su permanencia. ¿Será?

Imaginación desbordada de los grillos que giraba en curvas del cielo. Huellas cada vez más fuertes, ecos del pasado, colores que son alucinaciones, dibujos caleidoscopios. Grillos que tenían una muerte en cada giro de la voz. Volar; ausencia, vuelta y llanto. Sangre ardiente, sonido negro más intenso y penetrante hasta difuminarse. Fuerza mágica, inasible, camino de imágenes y recuerdos. Vibras que transmitían promesas incumplidas.

Los cantos se volvían vagos, casi imperceptibles, veneno de ansia lánguida. Candela solar del mediodía al roce de la piel y bajar de pestañas. A ciegas apareció el grillo mayor. Comunión en que juegan el sol y la sombra, vueltos solsombra, perdidos en algún espacio. Renovado sueño de dimensión diferente, profanidad que se va, se fue…

Los grillos nos toman desamparados. Placer de muerte, delicado, tenue, inexplicable, orgásmico. Dolor insoportable que llamamos política que es cultura, escondida en un espacio –no lugar–, inasible, inefable que no se puede sujetar. Duelo por la pérdida de la democracia que cubren la ignominia de nuestros gobernantes.