Aproximadamente 64 por ciento de los despegues y aterrizajes nacionales y extranjeros con retraso son responsabilidad de las aerolíneas. En gráficas que colocó el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) en lugares estratégicos, como salas de última espera y área de llegadas internacionales, se indica que de las 93 mil 270 operaciones demoradas el año pasado, 27 por ciento fue por condiciones climatológicas y sólo 9 por ciento debido a infraestructura aeroportuaria.

Es decir, en promedio 256 vuelos al día se quedaron en tierra por mantenimiento de la aeronave, baja demanda de pasajeros o carga, motivos comerciales o nacionales. En 2016, las 28 aerolíneas realizaron más de 448 mil operaciones.

Las gráficas generaron inconformidad entre pasajeros y trabajadores de aire y tierra, quienes reprocharon que autoridades traten de justificar el ‘‘pésimo servicio’’ culpando a los demás.

Incluso, lamentaron que ante un aeropuerto saturado sigan permitiendo la entrada de nuevas aeronaves, como la comercial más grande del mundo, el Airbus 380 de Air France, y el Boeing 787-8 Dreamliner, de la aerolínea China Southern Airlines, que ayer aterrizó su primer vuelo de la ruta Guangzhou-Vancouver-Ciudad de México.

En 2014 se declaró saturado el campo aéreo del aeropuerto más importante del país, que al año transporta 41 millones de pasajeros. El anuncio lo hizo en su momento la Dirección General de Aeronáutica Civil (DGAC), por medio del Diario Oficial de la Federación. Según fuentes oficiales, la creciente demanda en las operaciones aéreas provocó que las horas de congestión sean de las 6 de la mañana a las 23:59 de la noche.

Ayer continuó la salida y llegada de vacacionistas en el AICM. En esta temporada es común ver a la gente sentada en el piso, ya que el flujo de paseantes se incrementa de manera considerable. Miles de personas abarrotaron desde las primeras horas ambulatorios y pasillos del aeropuerto capitalino. Las áreas de comida rápida, restaurantes, tiendas, cafeterías y mostradores también lucieron llenos.

Por los ambulatorios externos y pasillos de salas de última espera, turistas y sus acompañantes caminaban rápido y nerviosos cargando maletas. Otros aprovecharon para comer o pasar el tiempo jugando con dispositivos electrónicos porque, eso sí, ya es Semana Santa.