Nueva York.

En su carrera para anotar más logros en sus primeros 100 días, el presidente Donald Trump presionó al Congreso para impulsar la anulación de la reforma de salud de su antecesor y aprobar incrementos dramáticos en gasto militar y seguridad fronteriza, mientras se reunió con su buen amigo, el presidente argentino Mauricio Macri, y buscó distanciarse de su ex amigo Michael Flynn, ex asesor de Seguridad Nacional ahora bajo investigación formal del Pentágono por recibir pagos de un gobierno extranjero.

La batalla política inmediata gira en torno a la aprobación del gasto federal antes de la medianoche del viernes para evitar un cierre del gobierno federal y la negociación de varias iniciativas que van desde un nuevo intento para anular el Obamacare hasta procurar fondos para la seguridad fronteriza (ya se descartaron, por ahora, fondos para el muro) y para los militares.

La Casa Blanca desea evitar a toda costa un cierre (si no se aprueba la medida, se suspende la mayor parte de las operaciones del gobierno federal, salvo las que se consideran críticas, incluido todo lo que tiene que ver con seguridad nacional y pública), ya que sería percibido como una derrota política para el autonombrado gran negociador.

Los demócratas, por su parte, amenazan con no aprobar la medida y jugar con la paralización del gobierno, para intentar frenar la anulación de la reforma de salud, entre otras cosas.

No sorprende, por tanto, que la táctica de Trump sea culpar a los demócratas de casi todo, incluso de poner en riesgo al país. En los tuits de la mañana de este jueves, comentó: prometí reconstruir nuestras fuerzas militares y asegurar nuestra frontera. Los demócratas quieren clausurar el gobierno. ¡Politiqueo!, y en otro acusó: “los demócratas antes apoyaban la seguridad fronteriza, ahora quieren que ilegales se viertan a través de nuestras fronteras”.

Pocos creen que se permitirá un cierre. De hecho, el liderazgo republicano cuenta con la opción de aprobar una medida temporal –la cual ya está lista– para permitir que el gobierno siga operando otra semana mientras continúan las negociaciones sobre la aprobación de la medida final que financiará al gobierno de aquí hasta el fin del año fiscal, el 30 de septiembre.

Mientras tanto, el escándalo sobre corrupción e influencia extranjera con que nació la administración de Trump se amplió al darse a conocer que el inspector general del Pentágono abrió una investigación formal sobre el ex general Michael Flynn –primer asesor de Seguridad Nacional del presidente que fue obligado a renunciar en febrero– por pagos que recibió de gobiernos extranjeros después de que se retiró del ejército.

Flynn aparentemente ocultó los pagos, en particular uno por un discurso que ofreció en Rusia en un acto para la televisora RT en 2015 (se sentó junto a Vladimir Putin) y otros por trabajo de cabildeo para el gobierno de Turquía.

Por otro lado, Trump dio la bienvenida a la Casa Blanca a su buen amigo y gran líder Mauricio Macri, presidente de Argentina. Se reportó que ambos tienen una relación personal de años como empresarios. Según Timothy O’Brien, experto en la historia de Trump, que escribe en Bloomberg, el ahora presidente tuvo una conflictiva y finalmente hostil relación con el padre de Macri, Francisco, por pugnas sobre propiedades en Nueva York en los años 80. Trump hasta se burló del padre, al comentar que era un ignorante. Más recientemente, hace un año, Mauricio Macri calificó a Trump de completamente loco. Por otro lado, el jefe de la Casa Blanca tiene negocios en Argentina, donde su empresa está construyendo una torre.

Trump pronosticó que ambos países serán grandes amigos; mejor que nunca. Según la Casa Blanca, los mandatarios abordaron temas bilaterales y regionales que incluyen comercio, esfuerzos antinarcóticos y lavado de dinero, así también abordaron la situación política en Venezuela. Trump dijo que es muy triste ver lo que está ocurriendo en aquel país.