En el llamado Triángulo Norte de Centroamérica –formado por Guatemala, El Salvador y Honduras– se vive una crisis humanitaria que está obligando a huir de la violencia y la pobreza a cientos de miles de personas, quienes se encuentran con una situación similar al llegar a México, en un fenómeno que ocultan los gobiernos de la región, afirmó ayer la organización Médicos Sin Fronteras (MSF).

Durante la presentación del informe Forzados a huir del Triángulo Norte de Centroamérica: una crisis humanitaria olvidada, realizada este jueves en el Museo de la Memoria y Tolerancia, Marc Bosch, director de operaciones de MSF en América Latina, detalló que, de acuerdo con los estudios de la organización, unas 500 mil personas salen cada año del Triángulo Norte, considerado como una de las zonas más peligrosas del mundo, donde ocurrieron 150 mil homicidios en los 10 años recientes.

El clima de inseguridad para los habitantes de esta región es tal, que 56 por ciento de los migrantes salvadoreños y 45 por ciento de los hondureños sufrieron la muerte violenta de un familiar en los dos años anteriores, y un tercio de todos ellos padeció alguna agresión física, sobre todo por parte de pandilleros o maras.

Cuando deciden salir de su país, los migrantes indocumentados se encuentran con más violencia en México, donde 68 por ciento de las personas entrevistadas por MSF dijo haber sufrido algún tipo de agresión durante su tránsito por el país, incluidos secuestros, extorsiones, violaciones sexuales y tortura, en muchas ocasiones con aquiescencia de los gobiernos locales.

Entre 2013 y 2016, Médicos sin Fronteras atendió 33 mil consultas de migrantes en territorio mexicano, de las cuales 75 por ciento están relacionadas con el desgaste físico de caminar durante horas a la intemperie, y el resto por las lesiones causadas de forma intencional por delincuentes o funcionarios de gobierno.

Delaciones en lugar de apoyo

Por su parte, las autoridades de salud de México suelen negar atención a los migrantes indocumentados, los dejan esperando muchas horas en los hospitales o incluso los delatan ante las autoridades de migración para que sean detenidos y expulsados, lo que ha provocado que 60 por ciento de ellos decida no solicitar ayuda.

A pesar de la magnitud de esta crisis humanitaria, los gobiernos de la región no la reconocen o aplican medidas insuficientes para erradicarla y atender a las víctimas, por lo que permanece como un fenómeno invisibilizado, lamentó Bosch.

Alonso Hernández, director del albergue Paso Libre FM4, subrayó que las agresiones contra las personas que buscan mejor vida en otro país se han incrementado desde 2014 con la aplicación del Plan Frontera Sur, debido a que este esquema se ha vuelto una verdadera cacería de migrantes, lo cual se ha naturalizado y genera graves impactos físicos y sicológicos en las víctimas.

Rita Robles, del Centro de Derechos Humanos Fray Matías de Córdoba, indicó que los sucesivos recortes presupuestales en el sector salud, provocados por el modelo económico neoliberal, han impactado también en la cada vez más precaria atención que reciben tanto los mexicanos como los migrantes centroamericanos que atraviesan el país huyendo de la violencia.