La escritora recibió la presea Sor Juana Inés de la Cruz; hoy cumple 85 años
Expresa su tristeza indignada
por los recientes asesinatos de Javier Valdez y Miroslava Breach, corresponsales de La Jornada en Sinaloa y Chihuahua, respectivamente
Le dedican el tercer número de la revista Inundación Castálida; incluye dos artículos inéditos de la galardonada
Viernes 19 de mayo de 2017, p. 3
La escritora Elena Poniatowska cumple este viernes 85 años y la celebración comenzó en la Universidad del Claustro de Sor Juana (UCSJ), donde la tarde del jueves recibió la presea Sor Juana Inés de la Cruz.
Antes que nada, la periodista y colaboradora de este diario expresó su tristeza indignada
por la situación que vive en México el oficio al que ha dedicado toda su vida.
“Quiero recordar aquí a dos corresponsales de La Jornada: Javier Valdez, asesinado hace unos días en Culiacán, y Miroslava Breach, quien murió de igual manera hace más de un mes en Chihuahua. Aunque no los conocí, son hermanos del alma y de oficio. Unos sicarios les quitaron la vida porque denunciaron a narcotraficantes. Estos asesinatos ponen al periodismo mexicano en estado de indefensión.”
Enseguida dijo que es “una gratificación muy estimulante recibir a los 85 años una presea que les ha sido entregada a Leonora Carrington, Teodoro González de León, Carmen Aristegui, los ex rectores de la Universidad Nacional Autónoma de México, Juan Ramón de la Fuente y José Narro, la editora Beatriz de Moura, Olga Sánchez Cordero, Estela de Carlotto, defensora de derechos humanos en Argentina, Carlos Slim, el antropólogo físico Arturo Romano Pacheco, el editor Jorge Herralde, Carlos Monsiváis, el ex rector de la Universidad del Claustro de Sor Juana Juan Manuel Silva Camarena y María Dolores Bravo, maestra de muchas generaciones.
“Pasar a formar parte de este grupo bajo la bóveda del Primero Sueño de Sor Juana es un honor que me compromete a seguir como lo hago desde los 21 años, cuando salí de un convento del Sagrado Corazón en el que me di muchos golpes de pecho porque a esa edad comete uno un rosario de espantosísimos pecados por intención, acción y omisión.”
Mi madre era un jardín
Elena Poniatowska afirmó que la religión le concedió un alma, “no sé de qué color o tamaño, pero he vivido con esa presencia invisible y misteriosa casi 85 años. Quien más la cultivó fue mi madre, Paula Amor Poniatowska, una mujer que podía confundirse con un instrumento musical, una nube, una rama de nogal o un jardín, porque era, en verdad, un jardín.
Pienso que si alguna vez me abrieran la caja del pecho y me sacaran el alma encontrarían en ella pruebas de la inmensa generosidad de la vida y una fotito cuadrada tamaño pasaporte con el óvalo perfecto y los ojos tristes de mi madre.
A propósito del libro Cronología del progreso, de Gabriel Zaid, que la escritora se encuentra leyendo estos días, la periodista comentó que “desde el rollo de papiro, las tablillas de cera, el pergamino, el lápiz de grafito, la pluma fuente, la impresión de la Biblia por Gutenberg, hasta la página web a la que todos recurrimos, no hemos dejado de progresar, pero no por eso somos mejores mujeres y hombres.
“Somos hijos de lo que Zaid llama ‘conciencia negativa del saber’, ya que lo que le está sucediendo ahora a México está muy cerca de Frankenstein o el moderno Prometeo, la novela de Mary Shelley publicada en 1818. Escribe Zaid que ‘en las nuevas versiones del mito, Prometeo no quiere liberar a los hombres: quiere someterlos, acumulando saber, poder y capital’.
“En nuestro país no son pocos los que venden su alma a las cadenas televisoras y a los nefastos partidos políticos. Goethe tendría mucho material de trabajo y su Fausto sería un cuento para niños al lado de nuestro diario acontecer político”, expresó.
Elena Poniatowska agradeció a Sor Juana Inés de la Cruz, a su claustro, gracias a su rectora Carmen Beatriz López Portillo, a la maestra Sara Poot Herrera, quien ha sido diestra y generosa, y gracias a todos ustedes por no haberse ido con Mefistófeles y ofrecernos en este claustro que es un tesoro, su limpia cara libre de todos los pecados que nos han agobiado en este horrible sexenio
.
Migrante que sabe pertenecer
La presea Sor Juana Inés de la Cruz es el máximo reconocimiento que otorga la Universidad del Claustro de Sor Juana a quienes han contribuido al desarrollo cultural, artístico y académico de México.
Durante la ceremonia, esa casa de estudios presentó el tercer número de su revista Inundación Castálida, dedicado a la galardonada, que incluye dos artículos inéditos de Poniatowska, así como textos de Octavio Paz, Carlos Fuentes, Margo Glantz, José Emilio Pacheco, Marta Lamas, Raquel Serur y Sara Poot Herrera, un texto póstumo de Sergio González Rodríguez y un cuento hasta ahora inédito de Enrique Serna.
Rodeada de sus querencias y amigos
, la festejada escuchó con una gran sonrisa los comentarios que le dedicaron la rectora de la UCSJ, Carmen Beatriz López Portillo, y las escritoras Cristina Rivera Garza y Sara Poot Herrera.
La primera dijo que la presencia, ejemplo y palabras de Poniatowska enriquecen lo que somos
, y elogió la generosidad y dimensión ética de la periodista.
Rivera Garza compartió algunas ideas que, según explicó, varios colegas le expresaron acerca de Elena, una mujer que bebe agua de pólvora, con el mejor oído del mundo, la voz de nuestra voz, la voz de nuestra conciencia social, una migrante que sabe pertenecer
.
También se le dedicó la interpretación del Coro Virreinal Rita Guerrero de piezas como La Martiniana, con letra de Andrés Henestrosa.
Al término de la ceremonia, una gran ovación del público presente acompañó la llegada de un pastel con chispeantes velas que sorprendió a la autora. No faltaron Las Mañanitas entonadas a todo pulmón por sus admiradores, mientras Elena, como la eterna niña que es, metía el dedo a la cubierta de chocolate para después chupárselo.
La fiesta por Elena Poniatowska continuó en uno de los patios del Claustro de Sor Juana, donde la recibieron mariachis con Las Mañanitas, rodeada de sus lectores que le pedían firmas y fotografías, amigos que no cesaban de abrazarla y besarla. Elena, Elenita, Elenísima, radiante, simplemente dejándose querer, entre buenos deseos y frases llenas de admiración que decían: ¡85 veces felicidades! ¡Larga vida, princesa Poniatowska!