¿Paz social
o sepulcral?
Crece ocupación precaria
Díaz de la Torre, chistoso
on la constante precarización del empleo y los salarios miserables que se pagan en este país, la paz laboral
que tanto cacarea el secretario del Trabajo, Alfonso Navarrete Prida, en los hechos se asemeja a la sepulcral y ni lejanamente a la social que –dice– impera en esta República de discursos. ¿Puede una nación tener paz social
cuando 57 por ciento de su población ocupada se encuentra en el sector informal y cuando el mayor
de los ingresos de los mexicanos de a pie tan sólo equivale a un tercio del salario mínimo estadunidense?
La respuesta es obvia, pero en el gobierno aseguran que discurso mata realidad. De acuerdo con la información más reciente (Inegi-ENOE, primer trimestre de 2017), 63 por ciento de la población ocupada obtiene un ingreso no superior a tres salarios mínimos (hasta 80.04 y no más de 240.12 pesos por día), mientras que los que ganan más
(cinco miningresos, equivalentes a 400.2 pesos por jornada) apenas representan 5 por ciento de tal universo.
En números cerrados la población ocupada en el país suma 52 millones de mexicanos: de ellos, casi 7.5 millones obtiene un ingreso de hasta un salario mínimo; 14.3 millones más de uno y hasta dos miningresos, y 11.2 millones entre dos y hasta tres. En total, 33 millones de connacionales sobreviven con ese ingreso. Y los que ganan más
apenas suman 2.7 millones. Entonces, ¿paz social?
El ingreso de aquellos que en México ganan más
(cinco salarios mínimos) apenas representa 36 por ciento del salario mínimo federal en Estados Unidos (mil 740 dólares por 30 días trabajados), aunque en algunos estados de aquella nación el miningreso aumentó, a partir de enero pasado (2 mil 640 dólares por 30 días trabajados), de tal suerte que con esa modificación alcista la proporción citada se reduce a 24 por ciento.
Así, la diferencia entre el salario mínimo mexicano y el estadunidense (en aquellos estados donde ahora se paga 11 dólares por hora) creció a 20 tantos, en favor, obvio es, del que se cubre en el vecino del norte. Entonces, en un día un trabajador gringo obtiene lo que un mexicano tarda tres semanas en reunir, por la misma chamba.
En este tenor, el Centro de Investigación en Economía y Negocios (CIEN) del Instituto Tecnológico de Monterrey, campus estado de México, divulgó su más reciente análisis, del que se toman los siguientes pasajes.
El número de desocupados en nuestro país continúa a la baja y en el primer trimestre del año la tasa de desocupación como porcentaje de la población ocupada fue de 3.4 por ciento, una de las más bajas desde 2014. No obstante, las condiciones laborales para la mayoría de los trabajadores aún no exhiben una mejoría significativa; por el contrario, persiste la precarización en el mercado laboral mexicano.
De acuerdo con los datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del primer trimestre de 2017, la población ocupada de nuestro país mostró un incremento de 2.1 por ciento en términos anuales, por lo que 51 millones 859 mil personas poseen una fuente de trabajo. Sin embargo, 57 por ciento de los mismos se encuentra laborando en el sector informal (casi 30 millones de personas), es decir, más de la mitad del mercado laboral carece de las prestaciones de ley.
Lo anterior explica, en cierta medida, la disminución que ha sufrido el nivel de las percepciones salariales. Si bien el número de trabajadores que perciben cuando mucho un salario mínimo se redujo 5.7 por ciento en el último año, la cantidad de personas que ganan más de cinco salarios mínimos cayó 9 por ciento en el mismo lapso. De esta forma, se puede inferir que la mayoría de los empleos generados se ubica en el rango salarial de más de uno y hasta tres salarios mínimos.
Adicionalmente, una de las prestaciones fundamentales que deben recibir los trabajadores es aquella que garantiza su acceso a alguna institución de salud. De acuerdo con los datos más recientes, se presentó un incremento anual de 1.6 por ciento en el número de personas laborando que carece de dicha prestación, lo que se traduce en más de 32 millones 373 mil; es decir, 62 por ciento de la población ocupada, proporción más elevada en comparación con la de aquellos que trabajan en la informalidad. Tal cantidad resulta relevante, ya que sugiere que a pesar de contar con un empleo formal, éste no garantiza el acceso a una institución de salud. Sin embargo, la condición de acceso a las instituciones de salud tampoco ha manifestado una mejora importante. El personal que cuenta con dicha prestación aumentó en 555 mil personas, pero los que carecen de este beneficio aumentaron casi en 500 mil.
Para lograr una mejora en las condiciones laborales se requiere que las fuentes de trabajo aporten una mayor cantidad de valor agregado a la producción nacional. Es decir, inversiones que permitan la capacitación del personal para incrementar su productividad, así como la generación y desarrollo de nuevas tecnologías que a su vez se conviertan en generadoras de más fuentes de empleo. No obstante, dicha tarea se torna complicada cuando la evolución de algunos de los sectores económicos se encuentra deprimida.
Tal es el caso del sector industrial, que si bien durante marzo mostró una tasa de crecimiento anual de 3.4 por ciento, su desempeño favorable se dio en gran parte porque venía precedido de cifras negativas durante el mismo mes de 2015 (-2.2 por ciento). Adicionalmente, luego de tres meses consecutivos de ubicarse en terreno negativo, la variación mensual de la actividad industrial fue nula (cero por ciento) durante el tercer mes de 2017, por lo que el estancamiento en la industria nacional continúa siendo una constante.
El problema de la informalidad laboral que afronta nuestro país requiere de atención inmediata. No sólo la población que se encuentra bajo dicha condición sufre de una menor calidad de vida por carecer de acceso a instituciones de salud, créditos de la banca comercial y fondos de ahorro para el retiro; la administración pública ve limitadas sus percepciones por la falta de pago de impuestos, recursos necesarios para realizar las inversiones que permitan incrementar el ritmo de crecimiento de la industria nacional y de la economía en general.
Las rebanadas del pastel
Y el chiste del día va por cortesía de Juan Díaz de la Torre, líder
del sindicato magisterial: los maestros no pueden ser vistos como una herramienta para obtener votos
. Buenísimo. Juar, juar. Feliz fin de semana.
Twitter: @cafevega