Cannes.
ran conmoción en la función de prensa de anoche. Se supone que alguien encontró un objeto sospechoso en la sala Debussy después de la proyección de Los imperdonables, de Clint Eastwood, y rápidamente se corrió la alarma de un posible atentado. El personal de seguridad desalojó a todos los que estábamos dentro del Palais des Festivals y entraron los equipos tácticos con perros entrenados para detectar explosivos. Todo fue, claro, una falsa alarma. Pero la paranoia se redobló y ahora la revisión –una verdadera monserga– se ha hecho aún más exhaustiva.
No hubo bomba, pero sí un petardo: la película Le redoutable (El temible), de Michel Hazanavicius.
Autor de ese sobrevalorado homenaje al cine mudo llamado El artista (2011), Hazanavicius se ha especializado en hacer pastiches y lo que ha intentado ahora es parodiar el estilo del Jean-Luc Godard de los años 60, mientras lo retrata de forma negativa. Se trata, en esencia, de una recreación del efímero matrimonio del cineasta (Louis Garrel, de sempiterno lente oscuro) con la joven actriz Anne Wiazemsky (Stacy Martin), después de haber filmado juntos La chinoise, en 1967.
El intento paródico divide a la película en capítulos con un título supuestamente chistoso. Ejemplo: Wolfgang Amadeus Godard
. Otra muestra del sentido del humor de la película que ambos actores aparecen completamente en pelotas, mientras critican a los cineastas que incluyen escenas gratuitas de desnudos.
Le redoutable es un chiste malo que rebosa resentimiento contra Godard, descrito como un hombre petulante, egocéntrico, inseguro, machista... una mala persona, en pocas palabras. Godard podrá haber sido esas y muchas otras cosas, pero, como cineasta, nunca fue un mamarracho como lo es Hazanavicius. Lo extraño es que algunas almas inocentes aplaudieron al final de la proyección, pensando quizá que habían visto un homenaje.
La otra concursante del día fue The Meyerowitz Stories (New and Selected), del realizador neoyorquino Noah Baumbach, debutante en Cannes. Sobre un guion suyo, el cineasta ha hecho un recuento de la familia titular, dominada por el paterfamilias Harold (Dustin Hoffman), quien vive amargado por no haber sido nunca un escultor famoso; además, fue un pésimo padre para Danny (Adam Sandler) y Jean (Elizabeth Marvel), hijos de su primer matrimonio, pero tiene por consentido a Matthew (Ben Stiller), próspero hombre de negocios, hijo de su segunda esposa (Candice Bergen). ¿Una familia de neuróticos judíos neoyorquinos que discuten y se pelean sobre sus querencias frustradas? Lo único que faltó fue la música de jazz de antaño en la banda sonora para identificarla como una comedia de Woody Allen a medio gas.
Una constante de este festival ha sido las películas que duran demasiado. Ayer nos asestaron dos concursantes de casi dos horas y media de duración, que podrían haber prescindido de, por lo menos, 20 minutos. The Meyerowitz Stories tiene como tres finales y también se extiende más allá de lo que rinde la historia.
Los diálogos son ingeniosillos, las actuaciones tolerables –aun así, resiento que se me haya obligado a ver una película con Adam Sandler– y el paquete, producido por Netflix, es perfecto para ver un domingo en la tarde en las pantallas caseras. No diría que es material de concurso para el festival más prestigioso del mundo.
Twitter: @walyder