Varias compañías conmemorarán a Alberto Alonso; montarán su obra cumbre, Carmen
Fue un innovador y el primer cubano en practicar ballet académico de forma sistemática; antes que él ningún bailarín de su país había sido contratado por una compañía extranjera
Martes 23 de mayo de 2017, p. 6
La Habana.
El artista que inició el movimiento danzario profesional en Cuba, Alberto Alonso, nació en esta capital un día como ayer hace 100 años, y en 2017 varias compañías montarán una versión de su obra cumbre, Carmen.
Pionero en todo sentido, Alonso fue el primer cubano en practicar ballet académico de forma sistemática y antes que él ningún bailarín de su país había sido contratado por una compañía extranjera.
Además, creó el primer ballet cubano con temática social, Antes del alba, y volvió a hacer historia en esta isla como el primer coreógrafo en atreverse a elaborar una versión de Carmen, ese relato literario adaptado a ópera, teatro y danza, una y otra vez, en muchos sitios del planeta.
Según él mismo afirmó, el interés por el ballet nació en estrecha relación con una de sus pasiones de adolescente: la práctica de deportes.
El ballet proporcionaba al cuerpo buena preparación para jugar futbol americano, pero al principio fue una decisión compleja; pues requería ignorar no pocos prejuicios sociales de la época.
Alberto Alonso comenzó a dar los primeros pasos en la Sociedad Pro Arte Musical con apoyo de su madre, entonces integrante de la junta directiva, y en 1935, al bailar una versión de Coppelia, se convirtió en el primer partenaire de Alicia Alonso, quien –en aquellos momentos– era simplemente su vecina y compañera de juegos.
Ese mismo año, el Ballet Ruso de Montecarlo, de visita en Cuba, contrató al joven y así llegó a ser el primer bailarín clásico cubano en integrar una compañía profesional; allí tuvo de maestros a George Balanchine, Mijail Fokin, Serge Lifar, Leonide Massine y David Lichine, entre otros.
A consecuencia de la Segunda Guerra Mundial, regresó a Cuba en 1941 y comenzó entonces a explorar en el campo de la creación, tras aceptar el puesto de director de la escuela de ballet de Pro Arte Musical.
La creación de Preludios, en 1942, con música de Liszt, lo convirtió en el primer coreógrafo cubano.
El nuevo maestro celebró festivales de ballet con carácter anual, o sea, también fue el primero en convocar en su país a esos actos y para ello siempre contó con el apoyo de Alicia y Fernando Alonso, quienes –en aquel momento– estaban casados y trabajaban en el Ballet Theatre de Estados Unidos.
Por cierto, en esa compañía Alberto Alonso fue primer bailarín de carácter en 1944 y 1945, pero como tenía mucho interés en explorar el campo danzario en su país y continuar aquí un trabajo inédito, regresó a La Habana.
Estreno en una cuartería
Un gran escándalo generó el estreno de Antes del alba, el 27 de mayo de 1947, en el Teatro Auditórium, pues por primera vez un ballet aterrizaba en Cuba, pero no precisamente en los salones de las clases media y alta de la sociedad, sino en una cuartería.
La protagonista, interpretada por Alicia Alonso, se bañaba en alcohol con el fin de prenderse fuego para suicidarse luego de ser abandonada por el hombre que amaba.
El coreógrafo entendió que el drama y el emplazamiento demandaban moverse de una manera más cubana, por eso pidió a los artistas expresar con sensualidad y una libertad gestual que implicó romper con el rígido academicismo.
Con la creación de Antes del alba, Alberto Alonso llevó por primera vez a un escenario la problemática social cubana. En la pieza hizo confluir la herencia africana y los ritmos de los bailes populares mediante la técnica clásica.
Estas inquietudes personales lo llevaron al cabaret y la televisión, medios que dejarían huellas imperecederas en el coreógrafo.
Sin abandonar la dirección de la escuela de Pro Arte, una vez más unió su talento al de Fernando y Alicia en la fundación de una compañía cubana de ballet con fines profesionales, el conjunto que ahora conocemos como Ballet Nacional de Cuba.
De todas sus piezas es obligatorio llamar la atención sobre El solar, porque llegó a tener una versión cinematográfica, con el título Un día en el solar, sino porque una de las grandes bailarinas del mundo, la rusa Maya Plisetskaya, la vio en Moscú.
Esa misma tarde, la diva decidió que el coreógrafo de aquella obra era la persona ideal para cumplir su sueño de tener una versión propia de Carmen.
Las creaciones de Alonso fueron numerosas y de altísimo valor, sin embargo, la crítica reconoce una obra cumbre: Carmen, donde se propuso fusionar las raíces africanas y españolas de la cultura cubana, y conquistó un éxito perdurable hasta nuestros días.
No debe ignorarse que, a lo largo de su carrera, este innovador realizó diversos montajes para múltiples compañías nacionales y extranjeras como el Ballet Bol-shoi; la compañía del Teatro La Scala, de Milán; el Ballet de la Ópera de Berlín, y el American Ballet Theatre, de Nueva York, entre varias.
La muerte lo sorprendió a la edad de 91 años, el 31 de diciembre de 2007, en Gainesville, Florida, Estados Unidos, país donde eligió residir a partir de 1994, y donde trabajó de profesor de estudiantes del Santa Fe Community College Dance Program.
Su último trabajo de gran relevancia había sido una invitación del Ballet Bolshoi, en 2005, para remontar Carmen en la compañía, con la finalidad de rendir homenaje a Maya Plisetskaya.
Cuba tiene muchos motivos para recordar a este Alonso, pero aquella obra tal vez trazó un destino más allá, pues cada año, en algún lugar del planeta, el nombre de Alberto Alonso aparece en un programa de danza asociado al de esa gitana que varias compañías del país retomarán en próximos meses para rendirle merecido tributo.