Fue electo por unanimidad y sin argumentación pública
Miércoles 31 de mayo de 2017, p. 15
Con la unanimidad de los tiempos del viejo régimen, sin argumentación pública de las razones que los llevaron a ello y con menos de 15 minutos de deliberación privada, los seis integrantes del comité coordinador del Sistema Nacional Anticorrupción (SNA) eligieron a Ricardo Salgado Perillat nuevo secretario técnico del organismo, posición clave de su ala operativa. Con ello concluyó la sesión de ese comité y el largo proceso de selección.
Esa unanimidad evidenció los dados cargados de la votación en favor del menos incómodo de los aspirantes. De poco o nada valieron las exposiciones públicas de los tres aspirantes, convertidas más bien en legitimadoras de una decisión tomada con antelación.
El apretado diagnóstico de la corrupción y los desafíos del SNA que realizó Max Kaiser –director anticorrupción del Instituto Mexicano de Competitividad– en sus 10 minutos que le correspondían o la detallada reseña de las acciones de corto y mediano plazos que exigirían a la secretaría ejecutiva, que hiciera Alejandra Rascón, ex integrante de Transparencia Mexicana, en sus 13 minutos.
Acaso sin guardar las apariencias, consciente de que sería el ungido, a Salgado Perillat sólo le bastaron cuatro minutos para parafrasear lo que se cita en la ley acerca de la secretaría ejecutiva para convencer indubitablemente a los responsables de votarlo para un cargo clave para operar el SNA. Concluido el ritual, Salgado Perillat optó por esquivar a los medios de comunicación y salir apresuradamente por una de las puertas traseras del auditorio de la Secretaría de la Función Pública e iniciar así su papel en esta nueva era del combate a la corrupción en México.
Sí, el mismo reciento donde hace poco más de un año el entonces secretario de la Función Pública, Virgilio Andrade, eximiera al presidente Enrique Peña de cualquier conflicto de interés en el affaire de la casa blanca.
Tercero en el orden de prelación para exponer su proyecto, Salgado Perillat fue escueto, como si –en apariencia– en ella no le fuera el cargo en juego. Su diagnóstico sobre la corrupción la resumió en una frase: Una de las más atroces enfermedades que padece nuestra nación
. No volvió a invocarla en su breve discurso.
Acto seguido describió las funciones del encargo: elaborar un proyecto de estatuto orgánico para que el comité coordinador lo apruebe; gestionar presupuesto y personal; preparar los proyectos que apruebe dicho comité; elaborar anteproyectos de metodologías, indicadores y políticas integrales; realizar estudios especializados para prevención, detección y disuasión de los hechos de corrupción y administrar las plataformas digitales.
Era sólo un resumen del artículo 35 de la Ley General del Sistema Nacional Anticorrupción. Pasó entonces a exponer su currículum: director jurídico en los orígenes de desaparecido Instituto Federal de Acceso a la Información –ahora, Instituto Nacional–; coordinador general de la Comisión Federal de Mejora Regulatoria –estuvo un año– y, aunque no lo mencionó, titular de la Autoridad Investigadora del Instituto Federal de Telecomunicaciones.
No dijo nada más. No necesitaba hacerlo.
El presidente Enrique Peña Nieto celebró la designación en tres mensajes en su cuenta de Tuiter:
Mi reconocimiento a los integrantes de la Secretaría Ejecutiva del #SistemaNacionalAnticorrupción, que hoy eligieron a su secretario técnico.
“Felicito a @rsperrilliat, srio técnico de la Secretaría Ejecutiva del #SistemaNacionalAnticorrupción. Mucho éxito en esa responsabilidad.”
“El @gobmx celebra que con esa designación se continúa avanzando en la implementación del #SistemaNacionalAnticorrupción.”
