a inauguración del nuevo aeropuerto de Berlín estaba prevista en 2012; sin embargo, cinco años después, sigue cerrado. Situación escandalosa para un país que presume de su ingeniería y que se ha convertido en el hazmerreír de muchos alemanes.

La terminal Berlín-Brandeburgo, cuyas obras comenzaron en 2006, debía sustituir a los dos aeropuertos de la capital alemana: Tegel (oeste) y Schönefeld (este), ambos saturados. No obstante, la inauguración fue anulada un mes antes de la fecha fijada para 2012 y la canciller Angela Merkel nunca llegó a cortar la cinta.

El problema inicial fue que no contaba con seguridad para incendios, pero poco a poco se fueron descubriendo errores de planificación, construcción, problemas con proveedores e incluso sobornos, que hicieron caer al entonces alcalde de Berlín, Klaus Wowereit.

Desde entonces, el costo sigue subiendo y podría superar los 6 mil millones de euros, muchos más de los mil 700 previstos inicialmente. Solamente algunas de sus pistas se han utilizado temporalmente para aliviar al aeropuerto de Schönefeld.

Mientras, las infraestructuras que dependen del aeropuerto están detenidas, como una nueva estación de trenes y la línea ferroviaria.

Para la compañía local Air Berlín, las consecuencias del retraso en abrir el BER son más graves y su presidente, Thomas Winkelmann, justificó su decisión de aumentar los vuelos internacionales desde Dusseldorf por las limitaciones de las infraestructuras en Berlín.

El aeropuerto que nadie ha visto, pero del que todo el mundo habla, se ha convertido además en el hazmerreír de los alemanes y objeto recurrente de bromas.

Afp