n el transcurso de las tres semanas pasadas han llegado a mi correo seis invitaciones a publicar en distintas revistas, tres pedidos para revisar artículos de mis pares y una invitación a formar parte de un consejo editorial. Lo extraño es que nunca había oído hablar de estas revistas y mi repentina popularidad me despertó profundas sospechas.
Resulta que hay una explosión de nuevas editoriales y revistas dedicadas a producir publicaciones de acceso abierto (Open access). Miles de éstas están abusando del movimiento Open Access y las posibilidades de la red global para hacer negocios rápidos. Hay dos tipos: los que secuestran revistas y las predadoras que aceptan casi cualquier artículo. Los primeros crean sitios web con el mismo nombre que revistas conocidas y respetadas, para luego invitar masivamente a académicos a publicar sus trabajos, pagando un importe por el procesamiento del artículo –en inglés APC–, aunque generalmente no aparece nunca el artículo. Las predadoras proceden de una manera semejante. Mandan miles de invitaciones solicitando artículos y dicen que se hará una revisión de pares, que el tiempo de publicación es muy corto y que sólo cobran el APC.
Este fenómeno es reciente, y en 2008 Beall, un bibliotecario de la Universidad de Colorado, empezó a publicar una lista de revistas y editores potencialmente, posiblemente o probablemente predadoras. Para 2014 había en la lista unas 8 mil revistas que en este año publicaron cerca de 450 mil artículos, en comparación con los 53 mil de 2010. Esta lista desapareció en 2017 por razones no aclaradas.
Se han hecho pocos estudios sobre las publicaciones predadoras, pero se ha comprobado que aceptan artículos con una revisión de pares pésima o inexistente o sin interés científico. Las revistas son de temas generales o pertenecen principalmente al campo de las ingenierías o la medicina, mientras son pocas en ciencias sociales. En muchas ocasiones carecen de comités o consejos editoriales y dan información ambigua sobre su ubicación geográfica, aunque hay una aglomeración en India; el resto, en Asia y Nigeria, y la mayoría de los autores provienen de los mismos países.
El cobro APC es hasta de mil 500 dólares, pero en promedio es entre 150 y 200 dólares. En términos de mercados, se calcula que las revistas predadoras tienen un negocio de 74 millones de dólares anuales, mientras las publicaciones serias de Open Access manejaban 244 millones de dólares en 2013 y el mercado global de revistas con suscripción es del orden de 10.5 mil millones de dólares.
Cabe preguntar por qué se ha dado este desarrollo. La literatura señala que ha jugado un papel muy importante la aplicación en la evaluación estricta de académicos y personal técnico de alto nivel el criterio de tener publicaciones en revistas internacionales
, con independencia del contenido de los artículos, sea éste el valor científico o su relación con problemas del entorno donde se producen.
Esta descripción coincide muy de cerca con la puntitis de las universidades mexicanas. Quienes han participado en los comités dictaminadores saben que el puntaje de artículos en inglés es mucho más alto que los escritos en español. Además, se tiende a no tomar en cuenta la relevancia del contenido para abordar, comprender o resolver problemas locales, nacionales o regionales latinoamericanos. Adicionalmente, son criterios que derivan de una visión específica de la ciencia, la positivista cuasi experimental o experimental. Tan es así que para que una revista sea clasificada entre las aceptadas o serias debe tener un resumen apegado a esta visón de la ciencia.
En el surgimiento de las revistas predadoras se mezclan varios aspectos. Son imposibles sin la red global, como también lo son las de Open Access serias que han democratizado enormemente el acceso al conocimiento. Podría hacerse el símil con Fake News versus noticias basadas en hechos, aunque éstos también tienen un filtro ideológico. Sin embargo, el tema más importante es el dinero; el negocio para las revistas predadoras y el incremento salarial para los que publican en las de tipo internacional
. Parece que ha llegado el momento de revisar ambos aspectos, so pena de promover prácticas científicas y de publicación que generan una degradación del trabajo intelectual, revisión que también debería abordar las redes de citación (yo te cito, tu me citas
) y los artículos de innumerables autores.
En memoria de Miroslava Breach y Javier Valdez