Pensaba que había sido un hedonista, pero siempre trabajé, dijo al diario The Guardian
Sábado 8 de julio de 2017, p. 5
Londres.
El que antaño nunca se perdía una fiesta ahora se acuesta a las 21 horas, está casi sordo y tampoco tiene suerte en asuntos del corazón. Sin embargo, pese a los excesos que vivió bajo el sol californiano, David Hockney nunca dejó de pintar. Pensaba que en aquel entonces había sido un hedonista, pero echando la vista atrás, siempre trabajé
, contó al diario británico The Guardian. Trabajo todos los días. Ya nunca voy a fiestas
, añadió.
Desde los años 60 vive a caballo entre Reino Unido y Los Ángeles, donde posee la casa de terraza azul y macetas rojas que aparece en tantas de sus pinturas. Este domingo cumplirá 80 años.
Dibujaba en todas partes
Hockney nació poco antes de la Segunda Guerra Mundial en el seno de una familia obrera de East Yorkshire. Se crió en los años de hambruna de la posguerra y dibujaba por todas partes: en viejos billetes de autobús, periódicos e incluso las tapas de los libros de oraciones.
Su padre era un antifumador radical contra el que Hockney se rebela hasta hoy, pues siempre tiene un cigarrillo entre los dedos.
Evadirse en el cine ha sido desde siempre su gran pasión y el musical Singing’ in the Rain (Cantando bajo la lluvia), su película favorita. Cuando a comienzos de los años 60, tras su primera exposición en solitario, se mudó de Londres a Hollywood, entabló amistad con el cineasta Billy Wilder, a quien retrató junto a su esposa en un collage de polaroids de grandes dimensiones.
Hockney nunca escondió su homosexualidad, incluso cuando serlo era ilegal en Reino Unido. Durante su formación en la mejor escuela de bellas artes del país, pintó a dos jóvenes abrazándose en lo que parecía un garabato infantil, acompañado de las palabras We Two Boys Toge-ther Clinging. Su profesor comentó: Espero que no se acerquen más
. Ni siquiera en los años 80, cuando muchos de sus amigos murieron a causa del sida, abandonó los temas alegres.
Unas veces con más éxito y otras con menos, Hockney experimentó con nuevas técnicas, desde el collage tridimensional a las fotocopias o la pintura con el dedo en el iPad. Perseguía un solo objetivo: hacer visible el tiempo. Vemos a través del tiempo
, dijo al diario The Telegraph. La fotografía es geométrica y debemos ver de forma sicológica
, añadió. Está considerado un pionero de la selfie, pues se pintó, dibujó y fotografió en multitud de autorretratos.
En 2012 sufrió un ictus del que fue consciente al no poder terminar las frases. Tuvo suerte y puede seguir pintando. Cinco meses más tarde, falleció su asistenta en su casa de East Yorkshire; eso lo conmocionó. Después, pintó los melancólicos árboles de una calle de su ciudad: The Arrival of the Spring.
A sus 80 años, Hockney sigue causando sensación: la retrospectiva de su obra en la Tate Britain de Londres batió récord de visitas. Actualmente puede verse en el Centro Pompidou de París y más adelante viajará a Nueva York.