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IEEM: un mal mensaje
E

l Instituto Electoral del Estado de México (IEEM) declaró ayer ganador de los comicios del pasado 4 de junio en esa entidad a Alfredo del Mazo y emitió una constancia de mayoría en favor del aspirante priísta a la gubernatura. Ello, a pesar de que el tribunal electoral local aún no ha dado su veredicto final sobre decenas de impugnaciones a los resultados oficiales de la contienda por parte de varios partidos opositores.

Cabe recordar que las quejas y señalamientos críticos de partidos, organizaciones civiles y ciudadanos no surgieron tras el cierre de las urnas sino desde mucho antes, y apuntaron a una competencia inequitativa, a un derroche de dinero por parte de instancias gubernamentales –estatales y federales– que coincidió con las campañas, así como a la comisión de prácticas irregulares y fraudulentas. Tales quejas fueron desechadas casi en su totalidad, y tanto el IEEM como el Instituto Nacional Electoral (INE) y los tribunales electorales local y federal cerraron las puertas a la solución de las inconformidades al rechazar una apertura generalizada de los paquetes electorales para proceder a un recuento de los sufragios. Ahora, la decisión del IEEM de declarar ganador a Del Mazo representa un paso más en la convalidación oficial de unos comicios mayoritariamente impugnados y constituye otra vuelta de tuerca en la espiral de descrédito de las instituciones encargadas de organizar, supervisar y calificar los procesos electorales en el estado de México y en el país , así como un nuevo hito en la inducción de desaliento ciudadano de cara a tales procesos.

Para colmo, la negativa de los organismos electorales a revisar y, en su caso, corregir, las denunciadas irregularidades de la elección mexiquense, prefigura la conformación de un Ejecutivo estatal con un severo déficit de legitimidad y sin el respaldo social requerido para hacer frente a los agudos problemas que padece la entidad: inseguridad y violencia crecientes, pobreza y marginación, una exasperante epidemia de feminicidios y una fractura cada vez mayor entre gobernantes y gobernados.

En esta perspectiva, la victoria que el IEEM ha decidido otorgar a Del Mazo representa una suerte de premio envenenado, por cuanto el político priísta difícilmente podrá librarse de la sospecha de que su mandato fue resultado de una distorsión deliberada de la voluntad popular. Ello, a menos que los integrantes de los tribunales electorales recapaciten y resuelvan en forma verosímil y fundamentada los recursos de inconformidad, con las consecuencias que ello conlleve.

Finalmente, lo ocurrido en el estado de México desde el 4 de junio es el peor de los mensajes que los organismos electorales podrían enviar a la ciudadanía del país de cara a la elección presidencial del año entrante: que los comicios en el país distan mucho de ser confiables y verificables.