El último adiós a México de Manolete
Una secretaría extraviada
onmovido por las fotografías de cumplidos funcionarios, el jueves pasado tuve que tuitear: “Se ven preciosos con sus chalequitos verdes los que aspiran a ser candidatos del impresentable tricolor a la prescindencia de la República”. Y sí, en ciertas ocasiones el inefable PRI suele echar mano de su mascotita seudoecologista, aunque en el país ciudades de todos tamaños estén convertidas en dinámicos muladares, en monumentales fracasos de fraudulentas obras públicas y en inseguridad a la alza. Prescindencia es parónimo o semejanza de palabra, por etimología o sonido, de presidencia, sólo que ésta última exige compromisos con la nación, no con los amigos, y la primera implica prescindir, excluir, omitir, por lo menos la ineptitud. Ya nos ocuparemos de los presuntos candidatos y su postura ante lo que de la fiesta brava va quedando, pues les encanta escurrir el bulto.
En una hoja membretada del otrora suntuoso hotel Reforma, hoy en ruinas, Manuel Rodríguez Manolete escribió a manera de despedida al finalizar su temporada –segunda y última– 1946-47 en nuestro país, donde, para escándalo de muchos, se hizo acompañar, feliz de la vida, de su pareja sentimental Lupe Sino: Horas antes de salir de Méjico (sic) quiero despedirme de la afición mejicana por conducto de esta. Me voy lleno de amor a Méjico, colgado de recuerdos y agradecido por tantas atenciones como he recibido de la afición y público mejicano. Me marcho, también, apenado por la ruptura del convenio taurino, por medio del cual pude venir a Méjico para aprender a quererlo. Son tantas las atenciones que he tenido aquí, que no las podré olvidar nunca y siempre las recordaré y las agradeceré con todo mi corazón
. Y abajo el nombre y apodo de aquel figurón de los ruedos que a los pocos meses moriría en oscuras circunstancias, mientras en el cuarto contiguo Lupe suplicaba, sin éxito, que la dejaran verlo. Mañana se cumplen 70 años de la partida física del Monstruo y de su nacimiento a la inmortalidad.
Esta indefinición ideológica que padecemos no tiene tema aborrecido. Celosa de sus responsabilidades, la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, por conducto de su subdelegación en el estado de México, envió el 18 de agosto pasado un extrañamiento al representante legal del recinto del toro y el caballo
en el centro de Tepotzotlán, arguyendo que el día 19 un menor de edad iba a dar una corrida de toros que ponía en riesgo su vida, su integridad física y su salud
, por lo que le requerían que se abstuviera de utilizar a menores de edad en dicha actividad y que si no se las vería con el mismísimo Ministerio Público.
Como el extrañamiento carecía de precisión y de sustento, el festival benéfico –de ninguna manera corrida– anunciado para el domingo 20 fue todo un éxito, ya que contó con la exhibición de espectaculares caballos frisones holandeses y la participación, con la anuencia y compañía de sus padres, de los niños toreros Cristóbal Arenas El Maletilla, Ximena Linares, Julio Ventura, Javier Escobar El Javi, Alejandro El Castelita, Ángel Tadeo, Chavita Santoyo y Ernesto David, que lidiaron, desde luego no a muerte, becerros de distintas ganaderías, armando un verdadero alboroto El Maletilla y El Castelita, que salieron a hombros.
¿Quién está detrás de estas falsas cruzadas en defensa de la niñez mexicana a la que le gusta torear y ver torear becerros que de ninguna manera ponen en riesgo la vida ni son muertos a estoque? Más imán a la brújula de su dependencia, mi secretario.