“Somos gente de trabajo, somos dreamers”
Lunes 11 de septiembre de 2017, p. 12
El proceso de adaptación a la vida en Estados Unidos no fue sencillo para Rebeca. Llegó a ese país en 2004, con 14 años. En su familia se decidió abandonar Jalisco, pues su padre ya tenía tiempo de haber migrado y necesitaba a su esposa e hijas a su lado.
El idioma, dificultades para hacer amigos y hasta la comida, fueron obstáculos que Rebeca tuvo que superar poco a poco. Pese a todo, se dio cuenta de que en ese país había mejores posibilidades de desarrollo económico y profesional, por lo que se propuso alcanzar un sueño: formarse de profesora de preparatoria, lo que concretó gracias, en parte, al programa Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (Daca, por sus siglas en inglés).
Este proyecto, impulsado por la administración de Barack Obama y que se echó a andar en 2012, representó para miles de jóvenes que migraron con sus padres (los dreamers) la opción para conseguir mejores condiciones en Estados Unidos. Por ello, ahora que el presidente Donald Trump anunció su cancelación, miles han protestado.
“Su anulación significa hasta cierto punto regresar a las sombras y tener miedo de que en cualquier momento agentes de migración lleguen a tu casa y te deporten. Por el programa tienen todos mis datos, saben dónde encontrarme y a mi familia y tendremos ese temor. Pero a la vez, la decisión de Trump significa que seguiremos luchando por lo que es justo. No le pedimos regalado nada a nadie, somos personas de bien, dreamers y sus familias, que vinieron en busca de un sueño, que cada día se levantan para ir a trabajar y estudiar, para hacer esos sueños realidad”.
Rebeca, de 27 años de edad, vive en Sacramento, California, y asegura que no hay nada que disfrute más que ser docente. Y desde esa trinchera quiere aportar a erradicar la desigualdad y el racismo que hay en Estados Unidos, México y en el mundo.
Expulsados por la falta de oportunidades
June tiene 21 años de edad. Llegó al que hoy siente su país en 2002, cuando apenas era una niña de seis años. Su familia salió de Saltillo, Coahuila, ante la falta de oportunidades para tener una buena condición de vida.
Gracias a una beca que consiguió por ser beneficiaria del Daca, pudo terminar su carrera. Es diseñadora gráfica y trabaja en una empresa de anuncios publicitarios. El programa me abrió la puerta a mí, a mis hermanos y amigos. Al cortarlo, nos cortan las oportunidades que tenemos, nos llenan de miedo e incertidumbre. Se siente una rabia indescriptible, es como recibir una patada en la cara
. No duda en decir que se siente muy estadunidense, pues creció en Atlanta, Georgia. Estados Unidos es mi cultura, sólo son los documentos los que nos separan de tener esa sensación completa
.