oronto. Parece coincidir con el Brexit que algunas películas recientes evocan las glorias de la Pérfida Albión sin ningún tipo de pudor. Hace poco ocurrió el estreno de Dunkerque, de Christopher Nolan –que tuvo una función especial en el festival– y ahora se ha visto Darkest Hour (Hora más oscura), del británico Joe Wright, que también transcurre en mayo de 1940, durante la crisis de la posible invasión nazi al Reino Unido, sólo que vista desde la cúpula misma del poder. La película es una apología de Winston Churchill (Gary Oldman), desde el momento en que hereda el cargo de primer ministro de Neville Chamberlain (Ronald Pickup), hasta que pronuncia en el Parlamento su célebre discurso, llamando a la guerra contra el fascismo.
Asimismo, parece haber una fascinación mediática por la figura de Churchill, quizá porque el escaso calibre de los líderes actuales nos hace mirar para atrás. Recién lo han interpretado actores tan diversos como Michael Gambon, Brendan Gleeson, Brian Cox y hasta el estadunidense John Lithgow (en la popular serie The Crown). Ninguno de ellos se le parece físicamente y Oldman no es la excepción. Cubierto por maquillaje prostético, el actor adopta todos los tics de su personaje –la postura encorvada, el sempiterno habano en la boca, los cachetes caídos, el hablar en murmullos roncos–, aunque sí logra escapar a la caricatura y darle un cariz humano y hasta gracioso. Oldman estaba más cerca físicamente de Sid Vicious, pero su actuación es uno de los méritos de la película.
Por su parte, Wright no suele ser un director sutil (¿se acuerdan de ese horror llamado Pan?), y aquí toca todos los botones de la exaltación para evocar a un Churchill heroico. Incluso hay una penosa secuencia, sacada de la manga, en la que el protagonista toma el Metro londinense y se revela como un hombre del pueblo; ese contacto ciudadano es el que le servirá de inspiración para pronunciar su discurso climático.
Otro director británico, Martin McDonagh, ha aportado una película muy diferente, comenzando por el hecho de que se sitúa en el sur de Estados Unidos. Recién premiada por su guion en el festival de Venecia, Three Billboards Outside Ebbing, Missouri (Tres espectaculares en las afueras de Ebbing, Missouri) es un divertido estudio de personajes en conflicto. Mildred Hayes (la siempre bienvenida Frances McDormand), es una madre que busca esclarecer la violación y asesinato de su hija poniendo en vergüenza al sheriff local (Woody Harrelson) con los anuncios espectaculares del título. De allí deriva una embrollada trama en que la temeraria Mildred enfrentará la hostilidad de la policía sin arredrarse.
Según lo había demostrado en su debut, En Brujas (2008), McDonagh es un inspirado guionista cuyos diálogos son ingeniosos y groseros en la misma proporción. En estos tiempos en que la gran mayoría de los productos hollywoodenses son previsibles desde el cartel, Three Billboards… tiene la enorme virtud de sorprendernos con coherentes vueltas de tuerca y cambios de matices en los personajes. Si perdonamos su fallido segundo esfuerzo, Seven Psycopaths (2012), McDonagh lleva una carrera muy promisoria.
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