Defensores de animales y bosques
racias al libro que escribió (Gorilas en la niebla), que sirvió de guion para la conmovedora película del mismo nombre, protagonizada en 1988 por Sigourney Weaver, millones de personas supieron cómo dedicó su vida a estudiar y proteger a los gorilas que viven en las montañas de África, y especialmente en las de Ruanda.
Dianne Fossey nació en San Francisco, California, en 1932. Era zoóloga y se involucró tanto en defender a los gorilas, que terminó por ser mal vista por el gobierno ruandés y odiada por los traficantes de animales. La asesinaron a machetazos en diciembre de 1985 y los autores del crimen nunca fueron capturados.
En su libro narra los obstáculos que venció para dedicarse a trabajar en lo que siempre había querido. A Dianne también se le reconoce por el aporte que hizo, junto con el arqueólogo británico Louis Leakey, del papel que los simios tuvieron en la evolución humana. El centro que fundó en Ruanda, que ya no existe, fue el más importante del mundo para el estudio de primates. A Dianne la enterraron junto a la tumba del gorila Digit, en el cementerio para dicha especie que ella misma creó. Con Digit llegó a tener una comunicación especial. Lo mataron los cazadores furtivos.
Recientemente asesinaron a otro defensor de los animales: Wayne Lotter. Nació en 1965 en Sudáfrica y dedicó los últimos 30 años de su vida a luchar contra la caza de elefantes y otras especies en África. Dos pistoleros lo mataron cuando se trasladaba en taxi al hotel donde se hospedaba en Dar es-Salam, Tanzania.
En 2009, Lotteer estableció en ese país una fundación para brindar ayuda a los gobiernos y comunidades de África en la lucha contra los depredadores de la fauna. Gracias a su trabajo, libró de la muerte a más de 32 mil elefantes. Y que arrestaran a cerca de 2 mil cazadores furtivos y traficantes de marfil. Entre estos últimos, Yang Feng Glan, la Reina del Marfil. Por ésta y otras detenciones había recibido incontables amenazas de muerte.
Sigue la matanza de elefantes. Unos 20 mil al año para extraerles sus colmillos de marfil y venderlos en el mercado negro. El comercio de marfil está prohibido internacionalmente, pero pueden más el poder de las mafias y la corrupción de no pocos gobiernos.
Otros defensores de los animales, bosques y selvas han perdido la vida en África, Asia y América Latina. Este 2017, más de 100, a los que se suman los de años anteriores en Brasil, Colombia, Honduras, Guatemala o México. En nuestro continente los han asesinado por defender la integridad de la Amazonia, luchar contra las mineras que depredan el medio ambiente o por oponerse a las bandas criminales que destruyen áreas boscosas para sembrar cultivos ilícitos. En México en este siglo han matado a 14 y ninguno de los autores de esos crímenes ha sido detenido.