Miles de albañiles se quedan sin trabajo
uando más se necesita la construcción y reconstrucción de Ciudad de México, le entró el pánico a las autoridades y las inmovilizó, por lo que en oficinas centrales y delegacionales no dan permiso alguno ni permiten la colocación de un nuevo ladrillo.
El gobierno de Ciudad de México hace responsable a las delegaciones por los permisos irregulares en casas, edificios y escuelas (en particular en el colegio Enrique Rébsamen y en el Tec de Monterrey) y los delegados le echan la culpa a gobiernos pasados, a Miguel Ángel Mancera Espinosa y a la Seduvi de la corrupción y de la mala administración.
Por ahora, los departamentos jurídicos gubernamentales buscan información que los exculpe de malos manejos y preparan explicaciones para culpar a los demás de la caída de casas y edificios. Algunos delegados y funcionarios del gobierno de la ciudad gastan el tiempo en exponer sus argumentos en medios de comunicación para tratar de explicar lo inexplicable.
Mientras, la capital se encuentra en espera de que se liberen permisos para trabajar en todo tipo de obras. Miles de albañiles, plomeros, electricistas, dueños de loncherías, taquerías y demás changarros
que les daban de comer, se encuentran sin clientes, porque las autoridades delegacionales no atienden a la población y simplemente buscan mantenerse en el cargo.
El problema es grave, debido a que la industria de la construcción es una de las mayores generadoras de empleo, sobre todo de trabajadores de bajos recursos. Mientras los servidores públicos
mantienen sus ingresos quincenales, tiemble, llueva o relampagueé, los chalanes, albañiles y maestros de obra deambulan por la ciudad a ver si hay algún lugar donde los contraten.
La industria de la construcción requiere reglas claras que se cumplan; también necsita con urgencia que la liberen de ataduras burocráticas que le permitan recuperar el impulso perdido en estos momentos de zozobra. Después del niño ahogado, el gobierno trata de tapar el pozo de la negligencia y corrupción en los permisos otorgados en las obras, pero está rebasado por la crisis y no permite que los trabajadores dedicados a la industria de la construcción y de servicios que los acompañan cuenten con ingresos indispensables para darles de comer a sus familias.