Además, no se respetaron normas de costrucción, dicen expertos de la UNAM
La destrucción hubiera sido menor de haberse tomado medidas básicas de previsión, aseguran
Sábado 7 de octubre de 2017, p. 10
Los sismos del 7 y 19 de septiembre no sólo fueron devastadores por su propia magnitud, sino también por la falta de observación de normas de construcción de inmuebles, la negligencia de las autoridades y la falta de cultura de la prevención por parte de la ciudadanía, entre otros factores.
Así lo afirmaron los académicos participantes en el foro Desastres: más allá de la respuesta
, realizado ayer en el Instituto de Geografía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), quienes subrayaron que la destrucción generada por los recientes temblores hubiera podido ser menor si se hubieran tomado medidas básicas a tiempo.
Eduardo Reinoso Angulo, investigador del Instituto de Ingeniería de la máxima casa de estudios, indicó que, si bien los sismos fueron de una magnitud importante, el derrumbe de varios edificios –muchos de ellos con apenas unos meses o años de haber sido inaugurados– habla de fallas evidentes
en su proceso de construcción.
Las obras colapsadas, enfatizó, fueron sobre todo aquellas en las cuales hay elementos para pensar que hubo incompetencia, prisa por sacar dinero (por parte de las inmobiliarias)
y permisos otorgados a dichas compañías de forma demasiado laxa y sin ningún tipo de supervisión por parte de las autoridades.
En Ciudad de México, agregó el especialista, hay un excelente reglamento
sobre cómo se deben construir inmuebles, pero también un fenómeno de corrupción, malos manejos e irregularidades que anulan cualquier avance normativo, y que además suele quedar en la total impunidad.
Pablo Benlliure Bilbao, profesor del posgrado de urbanismo de la UNAM, coincidió en que los edificios que se cayeron con los temblores son sobre todo los que presentaban fallas de diseño estructural, incluso en inmuebles ubicados en zonas donde la gente está dispuesta a pagar precios exorbitantes
por cada metro cuadrado de vivienda.
A lo anterior se le suma el hecho de que la mayoría de la gente no tiene la costumbre de analizar los posibles riesgos que existen en sus viviendas o trabajos, y diseñar un plan para evitarlos.
“Mucha gente percibe el riesgo de una manera difusa y existe un mito de invulnerabilidad personal, en el cual las personas piensan ‘a mí no me va a pasar nada’, y eso hace que no tomen previsiones y se vuelvan muy vulnerables”, alertó Javier Urbina Soria, ex director y profesor de la Facultad de Sicología de la UNAM.
Por su parte, Hugo Delgado, Granados director del Instituto de Geofísica de la casa de estudios, indicó que aunque el país cuenta con un sistema eficiente de análisis sismológico, éste debería contar con un presupuesto fijo y constante para actualizar sus equipos, construir más estaciones y pagar servicios.
En las conclusiones del foro, los participantes señalaron que los desastres provocados por sismos y huracanes no deben considerarse únicamente naturales
, sino como socialmente construidos por la corrupción y la negligencia, y consideraron necesario exigir un mayor nivel de conocimientos para quienes se encargan de construir inmuebles.