Opinión
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México SA

Trump: amor bilateral

Trudeau se deja querer

México quedaría fuera

Q

ueda claro que es sencilla la estrategia negociadora de Donald Trump: todo o nada, y si el gobierno peñanietista quiere mantener su membresía maquiladora en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), entonces debe aceptar todas y cada una de sus exigencias y caprichos, que son abundantes. Caso contrario, se acabó la fiesta para los socios y amigos tercermundistas.

Entonces, el inquilino de Los Pinos, sus secretarios de Economía y de Relaciones Exteriores, sus negociadores y los del cuarto de junto ya saben cuál es el precio a pagar, y podrán decir misa (hay vida después del tratado, tenemos plan B, nos asusta con el petate del muerto o cualquier otra frase de ocasión), pero el hecho es que si Trump corre a México del TLCAN –con la venia canadiense– el panorama económico interno, de por sí no muy grato y en pleno ambiente electoral, se pondrá más intenso que el color de hormiga.

Ayer se inició en Washington la cuarta ronda de negociaciones del acuerdo trilateral, aunque antes de su comienzo formal el energúmeno de la Casa Blanca se reunió con el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, con quien afinó los puntos de encuentro para concretar un eventual acuerdo comercial bilateral; es decir, con ganas de retomar su punto de partida: el tratado de libre comercio entre Estados Unidos y Canadá que arrancó en 1988, y que a la postre sirvió de base para el armado y puesta en marcha de lo que desde enero de 1994 se conoce como TLCAN, el mismo que, todo apunta, está muy cerca de su velorio.

Parece que Trump trae el ánimo muy juarista: a México, la ley a secas (su ley, desde luego, que no es otra que la del garrote y la imposición) y a los canadienses justicia y gracia… bilateral. ¿Qué será de la muy mexica República maquiladora, cuyo gobierno decidió sacrificar a su industria nacional para privilegiar a la foránea?

Un despacho de la agencia Reuters resume que “Trump dijo que quedan por delante duras negociaciones del TLCAN, pero que es posible llegar a un acuerdo y que estudiaría firmar un pacto comercial con Canadá y sin México. Al mandatario estadunidense se le preguntó sobre si el tratado comercial está muerto, a lo que respondió: ‘ya veremos qué ocurre’. En respuesta a si estudiaría alcanzar un pacto con Canadá pero sin México, afirmó: ‘es posible que no seamos capaces de lograr un acuerdo y es posible que sí… Veremos si podemos hacer el tipo de cambios que necesitamos. Tenemos que proteger a nuestros trabajadores y, para ser justos, el primer ministro (Trudeau) quiere proteger también a Canadá y a su gente. Debe ser justo para ambos países… Es posible que no podamos llegar a un acuerdo con uno o con otro, pero llegaremos a un acuerdo con uno”… y su nombre no comienza con m.

Así es: Trump decreta el fin del triángulo amoroso, se queda con la novia más guapa, y ahora –según dice– todo sería bilateral… sin que México cuente con su propio acuerdo, a menos, claro está, que el equipo del plan B ceda en absolutamente en todo lo que se le exige. Amor de dos, pues, aunque en los hechos el tercero en la cama siempre fue el más débil, agachón y dependiente de la relación.

Y, sí, los empresarios gringos han puesto el grito en el cielo y protestan por la agresión de su presidente, pero su reacción es más que obvia, porque son tales los beneficios que a lo largo del TLCAN les ha dado el gobierno mexicano que a estas alturas no sólo resultan los más favorecidos del acuerdo comercial sino los principales exportadores mexicanos (como Ford, Chrysler, General Motors, Hewlett Packard, etcétera) en un mercado cada día más concentrado en unos cuantos consorcios, foráneos la mayoría de ellos.

De acuerdo con la versión del gobierno peñanietista, la supuesta negociación del TLCAN implicaba mejorar el perfil y modernizar el acuerdo comercial en beneficio de las tres naciones integrantes. Sin embargo, en los hechos el equipo mexicano muy lejos de alcanzar ese objetivo, o cuando menos perfilarlo, no ha podido detener la avalancha Trump.

Como se ha comentado en este espacio, en 1993 el en ese entonces considerado gurú Rudiger Dornbusch, del Instituto Tecnológico de Massachusetts e integrante del grupo de académicos que por aquel entonces se manifestaba favorable a la ratificación del TLCAN, advertía que si el Congreso estadunidense rechaza la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio entre México, Canadá y Estados Unidos, la economía mexicana sufrirá un derrumbe similar al de 1982, con grandes fugas de divisas, que forzará una devaluación y una recesión importantes. Sin embargo, por aquellos mismos tiempos corrientes oposicionistas al acuerdo sostenían que “lo más probable es que la economía mexicana fallará de todos modos’, con o sin acuerdo”.

El TLCAN se aprobó y, en efecto, de cualquier forma la economía mexicana reventó y registró todos los males previstos por el gurú. Veintitrés años después se corre el mismo riesgo, pero ahora porque México está a punto de que lo echen del acuerdo comercial, con el agravante de que mantendrá la enorme dependencia económica del vecino del norte. Todo, porque el gringo lo abandonó por una canadiense que se deja querer y que ahora culpa de todos los males de la otrora relación trilateral a este México lindo podrido. ¿Qué sucederá? La telenovela continúa y cada día se pone más fea.

Pero para remediar los males siempre aparece uno de los integrantes del gabinetazo peñanietista con el ya clásico discurso motivacional marca Miguel Ángel Cornejo, como lo hizo el secretario de Economía, Ildefonso Guajardo, quien en materia del acuerdo comercial aseguró: la frustración es un lujo que nadie se puede dar. Más bien es necesario concentrarnos y sobre todo ellos por el interés propio estadunidense de cómo puedan avanzar posiciones que enriquezcan el futuro de la economía de su país. A los empresarios les he compartido dónde estamos, los retos, dificultades y posibilidades hacia adelante de encontrar soluciones creativas. Mientras uno esté sentado en la mesa de negociaciones, siempre es posible. ¡Ole! Entonces, ¿así o más alentador?

Las rebanadas del pastel

El que se mantiene nervioso es el mercado cambiario. Ayer el dólar se vendió a 19.14 pesitos en Bancomer y a 19.17 en Scotiabank. Y el que poco a poquito muestra recuperación –no con la velocidad deseada– es el precio del barril mexicano de exportación, que ayer se vendió a 48.27 dólares.

Twitter: @cafevega