Tributo a María Callas
n los 800 metros de la sala de exposiciones del nuevo magno centro musical de París (la isla Seguin) se rinde tributo a María Callas al cumplirse cuatro décadas de morir en esa ciudad. Tenía 53 años. Nació en Nueva York, en el seno de una familia de inmigrantes griegos, pero su autoritaria madre la separó de su padre y se la llevó a vivir a Atenas. En esta ciudad, y a los 16 años, inició su carrera de cantante lírica.
Forman parte de esa notable muestra, fotos e imágenes desconocidas de entrevistas, filmaciones inéditas de conciertos y actos sociales en los que ella destaca entre grandes figuras de la época. Cartas íntimas y parte de sus memorias inacabadas que van de 1949 a 1976. Vestuarios y objetos relacionados con sus papeles más emblemáticos. Cabe destacar la calidad museográfica y sonora de la sección donde el visitante puede escuchar las interpretaciones más famosas de María.
Murió en su lujoso departamento el 16 de septiembre de 1977. Luego de un funeral digno de las grandes figuras, incineraron su cuerpo. Nunca se sabrá si falleció de un paro cardiaco, sobredosis de barbitúricos o embolia pulmonar. El sitio (identificado con una sencilla placa) en el que reposaron un tiempo sus cenizas en el cementerio Père Lachaise, lo visitan melómanos de todo el mundo. Esas cenizas finalmente las esparcieron en el mar Egeo.
La soprano es la cantante de ópera más eminente de la segunda mitad del siglo XX. Su época de gloria duró apenas algo más de una década pero su presencia en el mundo de la lírica dejó una marca imborrable.
En este homenaje no pueden faltar las referencias a quien fue el gran amor de su vida y también el que más dolor le causó: el magnate naviero Aristóteles Onassis, quien la abandonó para casarse con Jacqueline, la viuda del presidente Kennedy. María jamas le perdonó esa traición. Por eso, y pese a los ruegos de Onassis y que al final de su vida el arrogante millonario la reconociera como su verdadero e imperecedero amor
, la diva nunca quiso volver a verlo. Una historia de amor digna de una de las óperas que ella protagonizó, como Norma o Medea.
Agreguemos a este reconocimiento el estuche que la Warner Classic ofrece a los melómanos y que contiene 42 discos remasterizados con las principales actuaciones de la diva lo mismo en el Metropolitan de Nueva York que en la Scala de Milán. El estuche contiene algunas de sus interpretaciones más célebres de Nabucco, Armida, Macbeth y Alcee, cuatro de las 12 óperas que no grabó en estudio.
No está de más señalar que la Callas se presentó en el Palacio de Bellas Artes tres veces (1950-1952). Cantó, entre otras óperas, Norma y Aída. Su voz de entonces se pueder escuchar en la Fonoteca Nacional gracias al archivo dado en comodato por el generoso coleccionista Armando Pous.