Miércoles 13 de diciembre de 2017, p. 18
En la última misa que ofició como encargado de la Arquidiócesis Primada de México en la Basílica de Guadalupe por el festejo a la Virgen, el cardenal Norberto Rivera Carrera agradeció por los más de 22 años que estuvo al frente de esta demarcación religiosa.
Al oficiar la ceremonia de la bendición de las rosas en el templo guadalupano, el ahora administrador apostólico de la Arquidiócesis Primada de México agradeció a los obispos auxiliares, sacerdotes, laicos y fieles que acompañaron su trabajo pastoral en la capital del país, e incluso a aquellos que no compartían su fe y sus ideas.
Durante la conmemoración por los 486 años de las apariciones de la Virgen de Guadalupe, el cardenal, emocionado y con voz entrecortada, señaló “gracias por cada uno de mis hermanos sacerdotes, religiosos, religiosas, la familia que me ha regalado, que no estaría completa si no fuera por la presencia y la vida de todos los feligreses, los laicos, los movimientos, las comunidades y las fraternidades que dan su ser y su quehacer en esta amada arquidiócesis.
Gracias, muchas gracias, por todas las personas que aunque no comulgamos en las mismas ideas, ni en la misma fe, estamos unidos como seres humanos en la buena voluntad en favor de la vida humana, en cualquier momento desde su concepción hasta el fin de su existencia, siempre confirmando su dignidad
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Empatía y amor por el prójimo
Recordó que durante su arzobispado en Ciudad de México vivió situaciones difíciles, tanto aquellas creadas por el mismo ser humano, como las que manifestó la naturaleza con toda su fuerza (en relación con el sismo de septiembre pasado)
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Acompañado por el nuncio apostólico Franco Coppola y los cabildos de la Basílica de Guadalupe y de la Catedral Metropolitana, pidió a los feligreses no olvidar las muestras de solidaridad, empatía y amor por el prójimo mostradas tras el sismo.
Exhortó a que la reconstrucción no sólo sea material. Debemos ir más a fondo, tenemos que construir esta casa sagrada desde lo profundo del corazón, quitar toda idolatría, todo error, toda falsedad y traición, toda oscuridad y temor, toda mentira y egoísmo, que también esto se manifiesta en la corrupción, en la violencia y en la delincuencia
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Agradeció a la Virgen de Guadalupe por estar siempre presente en mi niñez, en mi adolescencia, en mi juventud y en mi adultez (...) Gracias por ser parte en el llamado que Dios me dio para ser su sacerdote, un llamado que me superaba del todo
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