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Recibirá el Premio Nacional de Ciencias y Artes en el área de Lingüística y Literatura

Frente a comicios actuamos como porristas de futbol: Ruy Sánchez

Las personas se ponen una camiseta, quieren patear al adversario y dejan de reflexionar y pensar en México, sostiene el escritor en entrevista con La Jornada

En Los sueños de la serpiente explora el binomio deseo-mal; ¿y dónde vive el mal como pez en el agua?: en la política y la historia

 
Periódico La Jornada
Viernes 15 de diciembre de 2017, p. 3

En México vemos a la política como apasionados al futbol más que de forma reflexiva, sostiene el poeta, narrador y ensayista Alberto Ruy Sánchez, quien hace unos días fue reconocido con el Premio Nacional de Ciencias y Artes en el campo de Lingüística y Literatura.

Hay varias cosas que me preocupan de cara a las elecciones presidenciales del año próximo. En particular, la falta de reflexión como práctica sobre cómo nos vamos definiendo como país, explica el también editor.

“A la hora de los comicios, los mexicanos siempre adoptamos una actitud y una práctica de porristas de futbol. La gente se pone una camiseta y quiere agarrar a patadas al contrario y deja de reflexionar en México, de pensar en el país.

Eso me preocupa muchísimo, lo hemos visto en cada una de las más recientes elecciones.

Nacido en la Ciudad de México el 7 de diciembre de 1951, Alberto Ruy Sánchez fue reconocido con el máximo galardón que concede el Estado a sus creadores y científicos por su calidad y originalidad literaria en los géneros de narrativa, ensayo y poesía, así como por el carácter universal de su obra y la proyección de la cultura mexicana, lograda mediante su labor editorial a lo largo de su amplia trayectoria, en la que ha escrito 30 libros de géneros diversos, además de ser coautor, protagonista y editor.

El galardón, reto para el futuro

En entrevista con La Jornada, el autor de Quinteto de Mogador –libro que reúne cinco novelas en las que a lo largo de 20 años ha explorado de forma poética la génesis y los recovecos del amor y el deseo erótico– se dice sorprendido y emocionado por esa deferencia, a la cual considera un aliciente y un compromiso para continuar su trabajo.

“Tengo –prosigue Ruy Sánchez– una tendencia o un tic defensivo de pensar que los premios, independientemente del mérito, son regalos de algunas personas que creen que lo merezco y eso, sobre todo, me llena de alegría; y, al mismo tiempo, tengo la tendencia a pensar que aunque los premios te los dan por algo del pasado, para mí representan un reto para el futuro. Es esa sensación de que aún no termino de ganármelo”, detalla.

“Lo mismo sentí cuando me dieron el Xavier Villaurrutia por mi primer libro, Los nombres del aire, en términos de una exigencia que está presente. Aunque el premio nacional nada tiene que ver con mi más reciente libro, Los sueños de la serpiente, para mí es un elemento que entra en el proyecto de esa obra como un acicate, una exigencia de trabajar más intensamente.”

El encuentro con el escritor tiene lugar en las oficinas de la revista Artes de México, la cual dirige y que en 2018 cumplirá 30 años de haber sido refundada.

Del proceso creativo a la política, de una concepción literaria sin división de géneros al erotismo y el deseo humanos, así como la visión del escritor como un aplicado artesano son los terrenos de la charla.

–¿Cómo observa al país ante la próxima elección presidencial?

–Además de la falta de reflexión y esa práctica política de los mexicanos como aficionados de futbol, me preocupa mucho el abandono de la figura del árbitro como alguien realmente independiente.

“El avance democrático de 2000 no fue la alternancia, fue la existencia del Instituto Federal Electoral; es decir, de una institución independiente que fuera árbitro de las elecciones, y esa institución fue pervertida cuando los partidos políticos comenzaron a tener cuotas dentro de ella.

“Esto es fundamental, porque la esencia del Partido Revolucionario Institucional (PRI) no era ser el partido monolítico. Su esencia no era ser un partido; era un sistema político de reparto de poder basado en el corporativismo clientelar, que no ha sido tocado.

“No solamente no ha sido tocado, sino que el corporativismo clientelar que era lo que componía al PRI –los sectores campesino, obrero, popular y el empresarial– se han nutrido de varios nuevos corporativismos clientelares.

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Alberto Ruy Sánchez, en las oficinas de la revista Artes de México, durante la entrevista con La JornadaFoto Alfredo Domínguez

“Lo que fue la CTM para el PRI, para el sistema político como lo vivimos, ahora son los partidos políticos. Los partidos políticos son las grandes organizaciones corporativistas clientelares del sistema político mexicano. No se romperá el círculo vicioso mientras no hayan limitaciones institucionales a aquéllos.

–¿Tiene esperanzas en un cambio de dirección?

–Creo en lo inesperado, pero mientras tomemos una actitud partidista más que reflexiva volveremos a alimentar el círculo vicioso, esta clave que el nuevo corporativismo son los partidos políticos.

¿Cómo romperlo? Volver a tener un árbitro que realmente sea independiente sería lo primero. Necesitamos un Instituto Nacional Electoral (INE) totalmente autónomo en el que los partidos nada tengan que decir. Tiene que ver con la propuesta que hizo Miguel Álvarez Gándara sobre una fiscalía independiente para juzgar la corrupción en todos los niveles y todas las áreas.

Obsesión por descifrar el deseo

Alberto Ruy Sánchez afirma que toda su literatura es documental y en ese sentido se asume como documentalista. También se define como artesano de la palabra, confiriendo a lo artesanal un rango mayor. Y admite que el suyo es un proceso creativo lento y acucioso, pues en cada libro invierte entre seis y ocho años. Entre sus principales modelos figuran Pier Paolo Pasolini y Rainer Maria Rilke.

Como escritor en el que convergen poesía, narrativa y ensayo, disiente en la división moderna de la literatura por géneros y sostiene que éstos no existen antes de que el autor escriba.

Su interés por el deseo y el erotismo, cuenta, se gestó cuando descubrió que no entendía el deseo femenino. Empezó por tratar de comprenderlo. Ese fue el punto de arranque, afirma.

–En Las manos del fuego, una de las novelas del libro Quinteto de Mogador, se dice que el personaje es un hombre obsesionado en descifrar el deseo. ¿Es su caso?

–Sí, porque empieza como el deseo femenino pero se va extendiendo y si tú ves todo el Quinteto de Mogador comienza muy concentrado poéticamente y va creciendo la preocupación, paso de lo femenino hasta lo que tiene que ver con el tacto.

“Finalmente, la última parte del Quinteto de Mogador es casi como una novela independiente sobre el tacto, que es el sentido que tiene que ver con el cuerpo. Todos los sentidos tienen un órgano y el tacto es toda la piel.”

–¿Qué le interesa más a usted, hacer una cartografía o una disección del deseo?

–Me pienso más como un investigador de múltiples disciplinas, no sólo la cartografía ni la anatomía, sino alguien que utiliza los instrumentos de donde sea para tratar de comprender un territorio inexplorado. Tienen que ver el espíritu del aventurero y del científico. El aventurero científico es una figura fascinante.

–¿Y se le ha revelado ya el secreto del deseo?

–La gran enseñanza es que hay que seguir escuchando y, de hecho, en Los sueños de la serpiente hay otra dimensión de exploración del deseo, que es la relación entre éste y el mal. ¿Y dónde vive el mal como pez en el agua? En la política y la historia.

No me concentro sólo en el deseo erótico, sino en el deseo de cambiar al mundo, por ejemplo, el deseo de ser otro y obligar a todos que sean otros, incluso por la fuerza. Eso es terrible, el deseo de un dictador o de un militante o de un individuo enamorado.

–¿Ha pensado si es usted un erotómano desde el punto de vista literario?

–Digamos que sí, pero no únicamente. Me interesa el tema, pero no solamente. Pienso que me interesa el deseo en todas las dimensiones de la vida.

Trato de pensar que tiene que ver con momentos de la infancia clave, como haber visto a la vecina bañándose y el agua escurriendo en su cuerpo. A todos nos ha pasado.