l afamado doctor Carstens se fue a las nieves pero nos dejó una inflación a la alza y no a la baja como prometió. Las pinzas nefastas del bajo crecimiento y la inflación se ciernen sobre una sociedad un tanto inerme e indefensa. Esta es parte de la coyuntura que a todos embarga y hasta alucina y se llama sucesión presidencial.
Por qué han fallado las predicciones es asunto de la modelística del Banco de México y otros augures, pero el hecho duro y real, grosero, es que la mayoría de la sociedad mexicana va a afrontar una situación no sólo desfavorable, como ha ocurrido antes, sino agravada por una carestía que como suele pasar se ceba en los más pobres pero no perdona a todos aquellos que viven de ingresos fijos.
Supongo que es temprano para pedir a los precandidatos una posición clara al respecto. No lo es, quizás es demasiado tarde, exigirle al gobierno, al Presidente y al Banco de México una explicación sobre lo que ocurre y esperan que vaya a ocurrir. Vivir con baja inflación y bajos ingresos es una manera infame de vivir y así han decidido hacerlo muchos mexicanos. Lo que no parece factible es que esa masa trabajadora, formal e informal, acepte vivir con malas perspectivas de empleo y salario, como hasta la fecha, pero ahora con altos precios, que suelen ser más que altos en los productos que forman las canastas básicas y de bienestar mínimo que ha configurado el Coneval con base en los números de Inegi.
Los aspirantes del Frente, Morena y el PRI tienen ante ellos un reclamo: qué hacer con un sistema económico que no sólo no produce crecimiento y empleo adecuados o aceptables, dignos
como dice la ONU, sino que los destruye y además genera inflación. Por lo pronto, antes de que se arriesguen a buscar un nuevo curso de desarrollo, como proponemos algunos, tienen que fijar postura frente a una inflación que no estaba en la agenda…ni siquiera en la del hombre de las nieves.