Feria en Acolman preserva esa tradición navideña surgida en el siglo XVI
exorcizarel mal
Viernes 22 de diciembre de 2017, p. 4
Acolman, Méx.
Para Celia Claudio es difícil ver que una de sus obras maestras es destrozada a palos durante las fiestas navideñas en México. Pero esta artesana continúa haciendo sus piñatas para preservar la tradición surgida en el siglo XVI de romper el mal
a través de tan coloridos objetos.
Siento feo
al mirar cómo las personas rompen una piñata, pero también siento bonito que se lleven una pieza hecha por mí. Es gratificante
, explica.
Esta sonriente artesana de 35 años vende sus creaciones en la Feria de la Piñata de Acolman de Nezahualcóyotl, en el estado de México.
Para ella, cada piñata es especial
y siente que le quitan un bebé
cada vez que las vende, pues al crearlas deja en ellas una parte de sí misma.
Con sus formas infinitas y vivos colores, las piñatas son un elemento central de las fiestas navideñas en México.
Confeccionada a partir de una olla de barro cocido adornada con papel multicolor, la piñata tradicional tiene la forma de una estrella de siete picos y su interior es colmado de frutas, caramelos y pequeños juguetes.
Objeto evangelizador
En las posadas
–fiestas religiosas que se celebran en México y parte de Centroamérica durante los nueve días previos a la Navidad–, los invitados se turnan para vendarse los ojos y golpear la piñata con un palo hasta que su codiciado contenido cae, y entonces todo mundo se abalanza con frenesí para obtener su parte del botín.
Aunque hoy la piñata es motivo de un alegre bullicio en las familias mexicanas, se trata de una tradición surgida en el siglo XVI que mezcla los rituales indígenas y el afán evangelizador de los agustinos.
Esta orden de la Iglesia católica llegó a México para convertir a los indígenas, y todavía está en pie su convento en Acolman.
En ese entonces, Acolman era tierra de acolhuas, etnia que amaba la música, cantos, danzas y representaciones teatrales. Así, los frailes decidieron evangelizarlos a través de estos medios, explica la cronista Araceli Juárez.