Activistas en defensa de los derechos de las mujeres rechazaron que haya un endurecimiento del feminismo, pues son pocos los movimientos radicales. Alma Colín, de la organización Equidad de Género, Ciudadanía, Trabajo y Familia, señaló que la inclusión de los hombres en la búsqueda de la erradicación de la violencia es fundamental.

Quienes han organizado los últimos movimientos en los espacios públicos han sido básicamente colectivos de jóvenes, que dentro del feminismo y de manera general se les considera con posturas radicales justamente por, de alguna manera, poner reglas de cómo plantean, por ejemplo, salir a las calles a marchar, en qué orden se hace, quién tiene que llevar el protagonismo, entre otras situaciones, señaló Colín.

Sin embargo, consideró que es una postura válida los términos en que nos invitan a participar en una movilización social bajo las reglas y le dan otro rostro al movimiento feminista, incluso colocan nuevas agendas.

Sobre el trabajo con los hombres dijo que es fundamental, por lo cual también se requieren políticas, programas y proyectos específicos que los consideren a ellos como sujetos de intervención.

Al respecto, Ana Elena Contreras, de Las del Aquelarre Feminista, consideró que los hombres siguen mostrándose resistentes a perder sus privilegios, por lo que los instó a hacer análisis propios, empezar a revisar su masculinidad, su violencia y sus privilegios, para entonces sí, desde otro lugar puedan participar en la lucha de la mujer.

Ambas reconocieron la importancia del empoderamiento de las mujeres, que busca brindarles mayores herramientas para participar activamente en la sociedad. No radica en un sentimiento de superioridad, sino en saber que somos iguales, en que nuestra voz es igual de valiosa que la de cualquier persona, señaló Ana Elena Contreras.

Sin embargo, para Alma Colín, el empoderamiento es una noción que alude únicamente al nivel de lo individual y no cuestiona o lleva un análisis más amplio a las estructuras sociales, desde donde la desigualdad de género está respaldada por la división sexual del trabajo, por lo que las mujeres no van a remontar una situación de desigualdad sólo por el hecho de que ya puedan tomar decisiones.