Biocombustibles crean competencia para otros cultivos
Viernes 29 de diciembre de 2017, p. 3
Aunque la demanda de maíz amarillo importado crece cada año, ya que uno de sus principales usos es la fabricación de biocombustibles, organismos internacionales han advertido en distintos análisis, emitidos de 2010 a 2017, de los efectos de destinar la producción agrícola a combustibles en lugar de alimentos.
En el reporte El futuro de la alimentación y la agricultura: tendencias y desafíos, publicado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), estima que en 2050 la agricultura tendrá que producir casi 50 por ciento más de alimentos y biocombustible de los que producía en 2012 para cubrir la demanda mundial.
Aunque el aumento de terrenos de producción agrícola significa mayor cantidad de alimentos, también tiene efectos negativos. El documento recalca que a mayor producción alimentaria, también hay un impacto directo en el medio ambiente.
En los pasados 20 años la expansión agrícola se mantuvo en promedio en 4 mil 900 millones de hectáreas en el mundo, con una pérdida de cubierta forestal que se ha ralentizado entre 2010 y 2015.
Sin embargo, la FAO señala que hay diferencias regionales significativas, ya que mientras en las regiones tropicales y subtropicales se perdieron 7 millones de hectáreas anuales de bosque en 20 años, la superficie agraria aumentó a un ritmo de 6 millones de hectáreas anuales.
Los países de bajos ingresos sufrieron la mayor pérdida neta anual de área de bosque, y también la mayor ganancia neta anual de superficie agrícola.
El Comité de Seguridad Alimentaria Mundial (CFS) advirtió desde 2013 que la producción de biocombustibles representa riesgos en los aspectos económicos, sociales y ambientales, ya que crea competencia entre los cultivos para este fin y los alimentarios.