entro de la tradición política mexicana se ha creado la idea de que en cuanto se da a conocer el nombre de quien puede ser el sucesor del presidente de la República, la capacidad del titular del Poder Ejecutivo para realizar acciones se acaba. Esto que tal vez fue cierto antes, ahora aparece como algo muy alejado de la realidad. Queda un año antes que concluya el gobierno del licenciado Enrique Peña Nieto. La pregunta que surge es si le dará tiempo de concretar algunas acciones que ha puesto en su agenda para este año, como la que surgió de la más reciente reunión del Consejo General de Investigación Científica, Desarrollo Tecnológico e Innovación, que presidió la semana pasada en la ciudad de Querétaro.
De acuerdo con la Ley de Ciencia y Tecnología, este Consejo General es el máximo órgano de decisión en el Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (CTI), y el tema más relevante que se trató en la reunión del pasado viernes (quizá la última en este sexenio), lo informó el propio Presidente minutos después en la ceremonia en la que se entregaron los Premios de la Academia Mexicana de Ciencias y el Premio México. Justo al final de su intervención, Peña Nieto dijo al país:
Quiero compartirles que después de haber tenido mi participación en este Consejo General de Desarrollo Tecnológico, Investigación e Innovación, de haber recogido lo que se ha hecho (...) y ante la inquietud de la comunidad científica y académica de no abandonar lo que se ha logrado en esta administración; ¿cómo dar el impulso para que estos avances tengan una línea de transexenalidad, que puedan mantenerse y eventualmente tengan mayor maduración? A partir de ello, le di indicaciones al director de Conacyt (Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología) para que, junto con la Consejería Jurídica, podamos revisar el marco normativo de la Ley de Ciencia y Tecnología y la podamos modernizar, presentar la iniciativa ante el Congreso, y logremos que lo que ha resultado positivo y de éxito se extienda y se mantenga en el tiempo.
¡Esto fue una bomba! Una iniciativa del Presidente, que de concretarse, significaría una de las mayores transformaciones en el Sistema Nacional de CTI en la historia reciente, pues apunta a romper la vinculación entre la política científica del país y los periodos sexenales, y significa avanzar hacia una verdadera política de Estado para la ciencia. Es precisamente la articulación entre periodos sexenales y política científica uno de los principales obstáculos para el desarrollo de programas de largo aliento, pues con la llegada de cada nueva administración federal, cambia por completo la visión sobre el papel que se asigna a la ciencia y la tecnología en el desarrollo nacional.
Por ejemplo, durante los dos sexenios previos al actual, los presidentes Vicente Fox y Felipe Calderón dieron muy poca importancia a la investigación científica y el desarrollo tecnológico de México (ni siquiera asistían a las reuniones del Cosejo General que por ley deberían presidir), y esto no sólo es válido para las administraciones panistas, pues también se ha dado en periodos anteriores a éstas gobernados por el Partido Revolucionario Institucional, lo que explica que las gráficas sobre distintos indicadores en el progreso de la ciencia no sigan una clara tendencia de crecimiento, sino más bien presenten múltiples jorobas, subidas y bajadas que se ajustarían quizás a una función sinusoidal. Los programas científicos, requieren tiempos de maduración que no se ajustan necesariamente a los periodos de gobierno, por lo que desarticularlos de la política sexenal significaría sin duda un gran avance para el país.
Para el presidente Peña Nieto las políticas planteadas durante su administración merecen continuidad. Hay varios avances que resaltó en su mensaje del viernes, pues en materia presupuestaria si bien no se alcanzó la meta de 1 por ciento del producto interno bruto, hubo un crecimiento del gasto que fue 40 por ciento superior al de la administración de Felipe Calderón y 75 por ciento superior a la de Fox, en los dos casos expresado en términos reales; además de otros logros, como las becas otorgadas (que han llegado a 400 mil) de las cuales, señaló, 45 por ciento se otorgaron durante su gobierno.
Pero con la inicativa del presidente Peña Nieto surgen algunas incógnitas; una de ellas es desde luego sobre cuáles son las características que tendrá la reforma a la Ley de Ciencia y Tecnología que se busca. Afortunadamente hay una propuesta que se ha venido discutiendo desde hace poco más de un año en el sector de CTI, que apunta en la dirección planteada por la Presidencia, la cual, en sus rasgos generales, consiste en dotar de mayor autonomía al Conacyt, dándole capacidad plena para conducir la política científica definida en el Consejo General y para decidir el destino de los recursos para su implementación. El nombramiento del director del Conacyt sería de ocho años, lo que podría garantizar la transexenalidad de las políticas públicas en este sector. Es probable que este sea el modelo sobre el que se trabaje.
La otra incógnita que surge, es si dará tiempo de que la reforma llegue en buen momento al Congreso y sea aprobada, antes de que concluya este año electoral.