Pekín: pasado y vanguardia en contraste
l nombre de la capital de la República Popular de China suele confundir al sinnúmero de visitantes de esta metrópoli de más de 21 millones de habitantes.
Referirse correctamente entre Pekín o Beijing resulta irrelevante, ya que son aceptadas como dos maneras de pronunciar el mismo nombre. Las autoridades chinas siguen insistiendo en Beijing para la denominación oficial. La Real Academia Española recomienda Pekín, como la forma en español, utilizando los topónimos traducidos y no los oficiales, igual que en Nueva York/New York, Florencia/Firenze, Múnich/ München o Moscú/Moskva.
Centro político, cultural y social de China, ubicada en el noreste del país, su historia como eterna capital ubica su fundación alrededor del año VII a.C.
El paisaje urbano está cargado de contrastes. Por un lado, la monumental arquitectura ancestral, donde destaca la Ciudad Prohibida o Palacio Imperial, prácticamente una urbe dentro de Pekín y que antiguamente estaba reservada al emperador y su familia. Por otro lado, edificios vanguardistas de arquitectos de renombre.
Especialmente interesantes y un distintivo de Pekín son los estrechos callejones de una longitud en ocasiones interminables a la vista. Los llamados hutong son vecindades donde habitan personas de escasos recursos y que parecen vivir al margen del convulsivo pulso de la ciudad.
La Ópera de Pekín constituye otro de los signos distintivos de la ciudad y es considerada una de las manifestaciones culturales más importantes del país, a pesar de ser relativamente joven en la milenaria China. Sus orígenes se ubican en el siglo XIX y fue nombrada por la Unesco como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.
Es un espectáculo que coincide con la ópera de Occidente al contar con elementos de teatro, música y danza, pero incorpora también acrobacia y artes marciales.
Alia Lira Hartmann, corresponsal