n mi anterior colaboración, dejé intencionalmente trunca mi reseña de las músicas clásicas nominadas en la reciente entrega de los premios Grammy. Lo hice para dedicar ahora este espacio a comentar (y recomendar muy enfáticamente) uno de los discos nominados en esta categoría. Corrección inmediata: no es un disco, ni un álbum; se trata de uno más de los espléndidos disco-libros que ha estado produciendo infatigablemente en los últimos años ese gran músico que es el catalán Jordi Savall.
Como en las anteriores entregas de la serie, el disco-libro en cuestión aborda desde lo histórico y lo literario un tema humano relevante, y lo envuelve en una continuidad musical de alto calibre, que empieza por una selección exquisita de piezas provenientes, literalmente, de aquí, de allá y de acullá. El disco-libro lleva por título Les routes de l’esclavage (Las rutas de la esclavitud) y consta de los tradicionales y profundos ensayos y cronologías sobre el tema (presentados en varios idiomas), una iconografía muy enriquecedora y dos CD con la música elegida. Este disco-libro de Savall y compañía contiene además un DVDcon la grabación del concierto ofrecido con este repertorio en la Abadía de Fontfroide en Narbona.
¿Quiénes forman la compañía de la que se ha rodeado Savall en este notable proyecto? Se trata, como en las demás entregas de sus proyectos análogos, de una colección plurinacional y pluricultural de músicos excelentes que gravitan alrededor de los dos ensambles básicos del trabajo cotidiano de Savall, la Capella Reial de Catalunya y Hespèrion XXI. En este caso particular, además de los numerosos músicos individuales convocados al proyecto, están presentes dos grupos de procedencia muy diversa y grandes alcances musicales: el ensamble 3MA, formado por tres músicos de Marruecos, Mali y Madagascar, y Tembembe Ensamble Continuo, cofradía de músicos mexicanos y colombianos, ambos de presencia particularmente luminosa. El resto de la formación es tan vasto y variado que no me alcanzaría esta plana del periódico para mencionarlos a todos; destaco por concisión el hecho de que están representadas aquí más de una docena de nacionalidades, asunto que está en la raíz misma de los proyectos recientes de Savall. En efecto, una revisión de los disco-libros del gran violagambista originario de Igualada permitirá descubrir que ese crisol de nacionalidades y temperamentos y músicas y poesías de todo el mundo ha conformado una línea de pensamiento multicultural a través del cual Savall y sus cómplices se han convertido en destacados convocantes al entendimiento entre pueblos y naciones a través de la música, lo cual es especialmente admirable, y necesario, en estos tiempos de violencia, guerra y fragmentación.
Alrededor de diversos textos sobre la historia de la esclavitud (todos ellos profundamente dolorosos) leídos espléndidamente por Bakary Sangaré, Savall y sus instrumentistas y cantantes crean un vasto y muy atractivo mosaico de músicas de España, México, Perú, Colombia, Mali, Brasil, Portugal, Bolivia, Madagascar y otras latitudes que es, entre otras cosas, una historia sutil y a la vez compleja de la negritud. Lo más interesante del asunto es que a lo largo de la continuidad musical, todos participan en la música de todos; ver a Jordi Savall tocando su viola da gamba como un violín de la Costa Chica, o al ilustre tañedor de guitarra barroca Xavier Díaz-Latorre huapangueando alegremente en su rústico instrumento es un espectáculo poderosamente evocador de la capacidad de la música para derribar muros y borrar fronteras. ¿Dije ver? Sí, lo dije, porque en el caso de Las rutas de la esclavitud, mirar a estos músicos en el DVD que acompaña al disco-libro es la parte más atractiva del asunto. Presencias notables en medio de esta colección de músicos de altos vuelos, las del enorme griot de Mali, Kassé Mady Diabaté, y las tres vocalistas paisanas suyas que lo acompañan. Al recomendar de nuevo la lectura, audición y visionado de Las rutas de la esclavitud, concluyo mencionando que, si se considera que el tema abordado es uno de los capítulos más oscuros y terribles de la historia del hombre lobo del hombre, la continuidad musical aquí presentada es, a pesar de algunos episodios melancólicos, finalmente gozosa, lo que pinta de cuerpo entero el generoso espíritu humanista de Jordi Savall.