Otro exitoso evento de Fiesta Futura
La Guadalupana, preservación de la tauridad
Niños con pasión y talento
xitoso resultó el reciente evento taurino-cultural de Fiesta Futura en Tepotzotlán, estado de México, el domingo 4 de marzo. Este original concepto de promoción y servicio ideado por el promotor taurino y hacedor de toreros Pepe San Martín, ofrece variadas opciones para público y aficionados, como exposición de pintura, escultura y fotografía; charla y coloquios; suculento almuerzo; artesanías; novillos y becerros a lidiar, los primeros por novilleros profesionales y los segundos por aficionados prácticos, toreros en retiro o becerristas de escuelas taurinas, y, por si fuera poco, una exhibición hípica. Eso es pensar en función de la fiesta y del público, pues como señala San Martín: Es muy importante hacer toreros, pero en este momento es más importante hacer afición entre niños y jóvenes
.
En el amplio comedor de El Correo Español, de doña Teresa Suárez, quien fuera aficionada práctica, se montó una exposición de óleos, esculturas, carteles y fotos en torno a Silverio Pérez y luego se charló sobre las cualidades extra taurinas de El Faraón. En seguida, en la plaza portátil contigua, hicieron el paseíllo los novilleros Emiliano Villafuerte El Mozo; Rodrigo Cepeda El Breco y Daniel Durán El Tico, junto con los becerristas David Juárez Ortigosa, de anteojos y zahones, entrenado por el matador Pepe Serrano, y los tres hermanitos Leonardo, David y Diego Medina, alumnos de la Academia Taurina Municipal de Morelia, fundada y dirigida por Octavio Castro El Santanero, toda una institución taurina, pues ha sido novillero, apoderado, administrador de ganaderías, empresario y en la actualidad impulsor y maestro de toreros.
Muy grata y emocionante sorpresa fue ver saltar al ruedo primero tres novillos con edad y trapío de La Guadalupana, de don Juan Flores Chávez, que además acusaron bravura, repetitividad, fijeza y exigencia; luego dos becerras del mismo hierro que se arrancaban de largo, ponían a prueba la vocación de los niños y volvían sobre los engaños si aquellos sabían despedir y quedarse quietos, y por último un desfile de cuatro bellos corceles, un andaluz, dos hispanoárabes y un frisón, primo más esbelto del percherón, que con diversos fondos musicales realizaron vistosos pasos. Vaya propuesta.
El Mozo, triunfador en plazas importantes, toreó bien y variado de capa y estructuró una pulcra faena por ambos lados rematada con manoletinas, arrucina y molinete invertido. Perdió la oreja por pinchar, dio vuelta y el novillo fue aplaudido en el arrastre. El Breco, todo valor y colorido capotero, banderilleó con espectacularidad y realizó una faena breve ante el menos emotivo. También dio vuelta. Y El Tico, a un paliabierto y astifino de acometida fuerte y clara, le ligó tandas de derechazos y naturales con tres características: temple, sentimiento y hondura. Tras una entera debió descabellar, dando la vuelta entre sonoras ovaciones. También este novillo fue aplaudido.
David Juárez Ortigosa, de nueve años, recibió a la emotiva becerra en los medios con unas verónicas para adultos
, es decir, desmayadas y ensimismadas y luego, una faena con colocación, aguante, expresión y gusto. ¡Qué precoz torería! Con la segunda becerra, menos buena que la anterior, uno de los gemelos Medina ejecutó un quitazo por gaoneras; Leonardo, el mayor, se inspiró en tandas y adornos, y David anduvo empeñoso. Los tres brindaron a su maestro El Santanero.
Ante el hartazgo aún brilla, no muy lejos, la esperanza.