la luz de las conmemoraciones luctuosas de don Jesús Reyes Heroles y de Luis Donaldo Colosio, el 19 y el 23 de marzo respectivamente: el gran ideólogo y político falleció en 1985, y al inmolado candidato presidencial le arrebataron la vida en 1994.
Ambos personajes, ejemplares y aún no superados, dejaron sendos legados a las nuevas generaciones.
Reyes Heroles es el más grande pensador, ideólogo y político que la era institucional de la revolución mexicana dio al país. Hombre de probidad inmarcesible, de recio carácter y de acendrado patriotismo, su reconocida obra intelectual y su ejemplar desempeño como académico, abogado, legislador, historiador, escritor, politólogo, ensayista, dirigente político, administrador, servidor público y estadista, lo hace un referente multifacético obligado en nuestros días, y un auténtico orgullo para los mexicanos, en especial para los priístas, dada su militancia, su entrega y sus aportaciones, pues seres humanos de sus características no abundan en el universo del quehacer público. Si el maestro Reyes Heroles viviera actualmente estaría cumpliendo 97 años de edad. Sus ideas, sus tesis y el contenido de sus discursos son materiales de lectura obligada para los amantes y para los profesionales de la buena política. La adecuación, la aplicación y la divulgación de las enseñanzas reyesheroleanas es una obligación ineludible de quienes en el foro público tienen una visión de largo alcance y gran aliento en la perspectiva de conducir los destinos nacionales.
Luis Donaldo Colosio, por su parte, significa el ejemplo mejor logrado de la nueva generación política, proveniente de la cultura del esfuerzo y no de la del privilegio, con preparación, rigor, honestidad, sensibilidad, compromiso, energía, vitalidad, mística de principios, valores y moral pública. Un proyecto de liderazgo nacional que fue truncado, pero que sigue vivo como exigencia ética y organizativa.
Ambas personalidades, que poseían características diferentes y que vivieron tiempos mexicanos distintos son, hoy por hoy, verdaderos íconos y auténticos motivos de orgullo en las filas del Partido Revolucionario Institucional que los dos presidieron.
En el marco de estas conmemoraciones, considero que tiene gran significado que el candidato presidencial José Antonio Meade siga muy de cerca el pensamiento y las acciones de estos próceres políticos tan reconocidos y tan recordados, y más aún el que haga suyos sus legados, fiel a su formación y a las enseñanzas recibidas. El compromiso de Meade genera confianza, pues son garantía de los buenos desempeños públicos que nos esperan, ya que Meade, a lo largo de más de 20 años de desempeño público, ha dado muestras de inteligencia, formación, solidez, vocación de servicio, sensibilidad, verticalidad, honradez, capacidad, rectitud, equilibrio, creatividad, innovación y patriotismo.
Queremos, por lo tanto, que José Antonio Meade triunfe en las elecciones del primero de julio próximo y que se convierta en Presidente de la República, porque sabemos que sabrá recoger y poner en práctica las enseñanzas de Reyes Heroles y Colosio, quienes seguramente serán guía y luz en su camino ante la historia. El candidato presidencial es un hombre que conoce las mejores vetas de nuestra tradición política, y que ha decidido hacer pública su identidad con ellas, para enfatizar su compromiso con la inteligencia, la rectitud, la innovación, la creatividad y el valor personal de los recientemente homenajeados.
Quien sepa leer los significados políticos entenderá por qué Meade afirma que para conducir los destinos nacionales se requiere un liderazgo sustentado en la preparación, respetuoso de la tradición más limpia, pero abierto a los grandes cambios del mundo moderno y avanzado; pero también su discurso nos dice que él mero se hace responsable, personalmente, del proyecto que pretende encabezar, y de su rumbo; sin ostentación, pero con firmeza, determinación, madurez, armonía y completa autonomía e independencia.
Esperamos que, con Meade, para las y los mexicanos, lo mejor esté por llegar. Urge que así sea.